Reflexión
Cristiana I
Este documento
es una recopilación de varias reflexiones que he hecho sobre nuestro caminar
como cristianos. Lo comparto con todo
aquel que le interese meditar en éste caminar tan extraordinario al cual fuimos
llamados (invitados).
En la
Biblia, podemos encontrar una serie de
advertencias respecto a los peligros que nos rodena, y a los cuales nos vamos a ver expuestos
durante nuestra vida.
Veamos
algunos:
2ªTi 2:22
Huye también de las pasiones juveniles…, y 1ªCo 6:18 Huid de la fornicación. También dice: 1Co
10:14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.
2ªTi 2:23 Pero
desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas.
2ªCo 6:17
Por lo cual, salid de en medio
de ellos, y apartaos,
dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré,
Col 2:8
Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.
Flp 3:2
Guardaos de los perros, guardaos
de los malos obreros, guardaos de
los mutiladores del cuerpo.
La lista es
interminable. Advertencia tras
advertencia. Espero que tu pongas mucha
atención a lo que vamos a analizar de aquí en adelante.
Tú al igual
que todos los verdaderos cristianos, deberás identificar, según tus características físicas y
emocionales, y de la condición y
circunstancias en que vives, cuales son
los peligros que te asechan. No
todos estamos expuestos a los mismos peligros.
Una persona
adinerada está expuesta a ciertos peligros que no son los mismos que para una
persona pobre. Una mujer
joven, no está expuesta a los mismos
peligros que una mujer anciana. Un
hombre no está expuesto a los mismos peligros que una mujer, etc.
Sin embargo la Biblia nos enseña que en lo profundo de nuestra
naturaleza humana, somos todos
iguales. Tenemos una cosa en común, y es nuestras concupiscencias, nuestro yo.
Las dos áreas generales
que se pueden identificar como zonas de peligros para cualquier cristiano/a, son el orgullo y la sensualidad. El orgullo se relaciona con todo lo que tiene
que ver con la mente,
entendimiento, raciocinio, en
otras palabras con el intelecto el lado que nos hace semejantes a Dios, y lo sensual, la carne,
los deseos y pasiones, que tiene
que ver con lo terrenal, animal, diabólico.
Por lo tanto, todas las condiciones que puedes identificar en
tu vida en este instante, en una y otra
forma tienen que ver con una de estas dos áreas.
Por esto es
necesario que hagas un análisis de la situación y condición en la que te
encuentras, así como también debieras
hacer un análisis de lo que te podría suceder si tu situación cambia.
El propósito
de hacer este tipo de evaluación en nuestras vidas, es para poder volvernos en oración en el
poder del Espíritu Santo a nuestro Padre celestial, pidiendo en el nombre de Jesús, que nos de sabiduría y fortaleza, para poder identificar estas zonas de
peligro que estamos enfrentando, para
poder resistir y huir y así no caer.
También para poder salir de los errores que se nos han metido en la
cabeza, me refiero a las ideas que
hemos ido adquiriendo según nuestra condición y situación en la que nos
encontramos. Todo esto, para que podamos entender cuáles son los
peligros que nos asechan y que debemos evitar,
huir, desechar, y ser así más piadosos, más santos.
Por otra parte
existen dos condiciones o situaciones generales en las cuales te puedes
encontrar. Las que parecen ser
favorables y las que parecen ser desfavorables. Me refiero a que parece, porque las
vemos según lo que el mundo establece como favorable o desfavorables; según los estándares y conceptos
humanos. Sin embargo, si las viéramos desde el punto de vista de
Dios, podrían ser totalmente distintas
(de hecho las son).
Advertencias
¿Cuál es la
advertencia que resume todas las
demás? Lo que dice Pablo en:
Efe 6:12 Porque no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de
las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes.
Sin
embargo, vamos a sostener una batalla
constante con nuestra carne, tal como lo
explica magistralmente Santiago en:
Stg 1:14-15 “…sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es
atraído y seducido. Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a
luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.”
Lo
anterior, porque de nuestro corazón
proceden todos los males. Si
combinamos ambas advertencias, nos
podemos dar cuenta que la afirmación que hace Juan en su primera carta es muy
cierta:
1Jn 2:16
Porque todo lo que hay en el mundo,
los deseos de la carne, los
deseos de los ojos, y la
vanagloria de la vida, no proviene del
Padre, sino del mundo.
Con esto en
mente, podemos comenzar a estudiar este
tema de las zonas de peligro que enfrentamos día a día. Si el ataque viene desde el exterior y
desde el interior, será necesario que
tengas extremo cuidado en tu caminar cristiano. Deberás como persona cristiana, estar sumamente atenta, vigilante, despierta, velando en oración y ayuno si es
necesario.
En otras
palabras, no podrás pestañar. Será necesario que estés totalmente
aferrado/a al Señor, permaneciendo en
su palabra, buscando primeramente el
reino de Dios y su justicia, para no
ser arrastrado/a por el mundo, y caer
en los engaños que sutilmente se te acercan,
principalmente por lo que estás viendo y oyendo. Es ahí que lo que dice en Col 2:8
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”; es tan cierto.
Entendimiento
Para la
mayoría de los cristianos, habrá una
lucha muy fuerte, porque se
convirtieron cuando ya eran mayores de edad (20>). Eso significa, que ya tenían una forma de pensar, lo que se denomina una visión global. Esta visión está muy arraigada en sus
mentes (almas), y es lo que va a ser
necesario desmantelar. Esto será
sumamente complicado, ya que todo lo
que les rodea, va a tratar de impedir
o dificultar que esto suceda, porque
sin darnos cuenta, nos seguimos
alimentando con estas verdades que no provienen de Cristo.
Sabemos por lo
que dice en: Rom
12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento”, que será imperativo “renovar nuestro
entendimiento”, esto es la clave para
este desmantelamiento de la mente (quebrantar el alma). Sin embargo es exactamente lo que más le
costará a todo cristiano. Para renovar
el entendimiento, el cristiano tendrá
que estudiar y no sólo leer la palabra del Señor Jesucristo. Este estudio tiene que ser sistemático y
progresivo. De otra manera, sólo será instructivo y no logrará renovar
el entendimiento, entorpeciendo el
proceso de transformación que se debe lograr.
Por otra
parte, el cristiano tendrá que comenzar
sistemáticamente, con mucha
oración, a apartarse del mundo y de las cosas que están en el
mundo. Este ejercicio es tan
fundamental, que no se puede enfatizar
lo suficiente. Si no nos apartamos
del mundo, estaremos haciendo dos
cosas completamente opuestas. Una será
renovar nuestro entendimiento,
purificando nuestra alma, y por
otra estaremos contaminando el alma con las cosas del mundo. Esto es totalmente absurdo y
contraproducente, pero lamentablemente
algo que sucede en muchos hermanos y hermanas en Cristo (porque insisten en que
pueden seguir viendo películas,
teleseries, videos de todo
tipo, festivales, en todos los cuales se dicen, hacen e imaginan cosas que van totalmente en
contra de todo lo que nuestro Padre celestial ha establecido).
A medida que
el cristiano va creciendo y renovando su entendimiento, se irá encontrando con una serie de
aparentes contradicciones. Esto porque
muchas de las cosas que aprendió del mundo,
y que están muy arraigadas en él,
parecen buenas, inofensivas,
atractivas, razonables, convincentes, etc.
Para que estas verdades del mundo se puedan ir desenmascarando, el cristiano necesita de la luz de la palabra. En otras palabras, necesita de la verdad que sólo proviene del
Señor Jesús (esto fue lo que el Señor trató de enfatizar cuando hizo esta
afirmación radical: “…De
cierto, de cierto os digo: Si no
coméis la carne del Hijo del Hombre, y
bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros.” Jn 6:53 En
otras palabras, estamos muertos.
Por eso hago
tanto énfasis en el estudio sistemático de la palabra, específicamente del Nuevo Testamento. Este estudio tiene que ser acompañado de
predicas expositivas, la lectura continua de la Biblia completa, la oración y meditación profunda con el
Señor en el poder del Espíritu Santo y la comunión con los santos.
Cuando
comience la renovación de la mente, el
cristiano comenzará a darse cuenta de los errores que había internalizado y
aprendido y afirmado por mucho tiempo. Este será un proceso algo doloroso y
frustrante, ya que muchas de las cosas
que sostenía como verdades absolutas,
no le serán fácil de abandonar y rechazar. Es aquí cuando tendrás que aferrarte con
todo tu ser al Señor Jesucristo, para
que no seas arrastrado por la lucha que sostendrás en tu mente. Es aquí donde la oración ferviente se
convierte en una herramienta fundamental para continuar sin decaer. Enfrentarás momentos de duda, de desaliento, te darán ganas de abandonar. Sin embargo, será al mismo tiempo, lo más extraordinario que te pueda haber
ocurrido.
Después de un
tiempo, a medida que tu mente se va
renovando por medio de la verdad que irá alimentando tu alma, comenzarás a experimentar una libertad que
no se puede explicar. Eso fue exactamente
lo que dijo el Señor: Jn 8:32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Mientras más
aumenta el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, quién es la VERDAD, más libre serás de los engaños, traumas,
frustraciones, ideologías, pensamientos y filosofías humanistas, tradiciones de hombres, palabras persuasivas, sutilezas y rudimentos de este mundo (todo
esto está ampliamente explicado en las Escrituras). Esa libertad será transformadora y
renovadora para tu espíritu, al punto
que comenzarás a ver las cosas como Cristo las ve, con la mente de Cristo.
Poner mucha Atención
Este será el
comienzo de una nueva vida para ti,
que te llevará a andar como es digno del Señor. También será el comienzo de tus
padecimientos que como todo verdadero cristiano, tendrás el privilegio de experimentar, como lo dice en: Flp 1:29 “Porque
a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él”. Este
tema lo veremos más adelante en detalle.
Por lo
tanto, el primer paso que tendrás que
dar, para poder comenzar a entender cuáles
son las zonas de peligro que enfrentaras,
es mantenerte firme en el estudio de la palabra, la oración y la lectura de la Biblia. Esto te permitirá ir agudizando tus sentidos espirituales, para irte dando cuenta donde estas pisando y
con qué te estas enfrentando.
Tu atención entonces se tiene que avocar a observar
con atención quien eres, donde
estas, que te rodea, cuáles son tus actividades, quienes son las personas con las cuales te
estas relacionando, con quién estás
viviendo, como te vistes, que es lo que lees (fuera de la
Biblia), que estas escuchando (fuera de las
predicas), que estas mirando, que estas comiendo y bebiendo, cuál es tu trabajo, que estás haciendo en tu tiempo libre, como te estas divirtiendo, cuáles son tus prioridades, etc.
Como persona
cristiana, tendrás que ir haciendo
ajustes en todas estas áreas, tarde o
temprano. Esto, no
por un temor servil, sino porque será
la forma en que tu demostrarás tu amor por medio de tu obediencia, al
que ahora es tu Señor y Salvador.
Cada ajuste que hagas, será una confirmación tanto para ti como para
los demás, que realmente eres una
persona cristiana nacida de nuevo, en la
cual Dios está llevando a cabo la obra santificadora.
Sufrimiento
Este es un
tema que nos va a costar asimilar a los que hemos nacido de nuevo por la gracia
y la misericordia de Dios, por medio de
Jesucristo su Hijo amado.
Para poder
entender que cualquier sufrimiento o padecimiento que podamos experimentar en
nuestras vidas como cristianos, no es un castigo o algo inmerecido, sino que es meramente algo superficial y
fácil de sobrellevar, tendremos que
hacer un tremendo esfuerzo en comprender de donde salimos y como éramos antes.
NUESTRA CONDICIÓN HUMANA
Una de las
cosas más complejas para los seres humanos de aceptar, es que somos pecadores. A pesar de que la mayoría de los que se
denominan cristianos, ya sea los que
creen serlo y los que lo son (hay una enorme diferencia entre uno y otro), pueden admitir que son pecadores, sin embargo no tienen la menor idea de lo
que eso significa. Esto, porque esa enorme mayoría se consideran buenas
personas, contradiciendo lo que Dios
dice en su palabra (ver Rom cap. 1
al 3).
Nuestra
condición como seres humanos es tan paupérrima a la luz de lo que Dios declara
de nosotros, que necesitamos hacer una
profunda reflexión objetiva y honesta hacia nosotros mismos, para recién entonces comenzar a comprender
en su cabalidad, la obra salvífica de
nuestro Señor Jesucristo.
En esta reflexión no entraremos de lleno en el tema
del pecado, pero es bueno hacer un
alcance. El pecado es algo tan
excesivamente grotesco y abominable para Dios,
que no nos será posible poder explicarlo en nuestras palabras. Sin embargo, cuando leemos con atención especialmente el
AT, encontraremos una infinidad de
ejemplos en los cuales Dios envió juicio sobre los pecadores, ya sea gentiles o judíos. Estos ejemplos desde el diluvio, Sodoma y Gomorra, las plagas en Egipto, los castigos a los judíos en el
desierto, la exterminación de los
pueblos paganos en Canaán, los exilios, etc.,
si los analizamos, son todos
juicios de Dios a causa del pecado, como
lo afirma en Pro 8:13 “El temor de Jehová es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco.” y se
complementa con lo que dice en Luc 16:15
“…mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de
Dios es abominación.”
En este pecado
nos estábamos revolcando como un cerdo en su cieno, gozándonos y divirtiéndonos sin tener el
menor remordimiento ante Dios, sin
embargo si nos preocupaba en algo lo que podían decir los demás. Mientras estábamos en esta condición
perversa y corrupta, nuestro Padre celestial
tuvo misericordia, e inexplicablemente
por pura gracia, se dignó a mirarnos y
redimirnos para su Hijo amado.
Esta salvación
va totalmente en contra de todo lo lógico,
sin embargo la consideramos casi algo merecido. Este es un serio problema con muchísimos
cristianos hoy en día, que como no
entienden la abominación y aborrecimiento que Dios tiene por el pecado y todo
aquel que lo practica voluntaria y conscientemente, es que no pueden entender que lo que
realmente merecíamos, es una eternidad en el infierno. El infierno no es un lugar, es una condición que dura eternamente. El infierno no es sufrimiento desconsolado
y horrible, es un tormento permanente y
catastrófico, sin límite de tiempo en
la más horrible presencia de la ira de Dios.
Ese era el
lugar al cual estábamos destinados, ya
que toda la vida hemos estado haciendo
méritos para irnos allí;
estábamos trabajando
duro para recibir la paga del pecado (Rom 6:23), que es muerte eterna en el infierno. De esto fuimos redimidos, por la pura voluntad de Dios (Ef 1:5).
No había razón alguna para que nuestro Padre celestial nos incluyera en
la lista de los escogidos, de los
predestinados desde antes de la fundación del mundo. Como dice,
Él nos amó porque nos amó.
Esto es
sumamente difícil de entender, porque intrínsecamente
estamos absolutamente convencidos y seguros,
que en alguna manera nos
merecíamos esta salvación.
Es nuestra naturaleza pecaminosa la que nos quiere hacer creer que
tenemos méritos, aunque sean muy
pocos, pero que en el fondo, no somos tan malos como lo dice Dios.
Te fijas. Con este concepto equivocado, nos presentamos todos los días ante
Dios, pidiendo que nuestras vidas se vayan
mejorando, que suframos menos, que nos vaya bien, porque ahora que somos cristianos nacidos
de nuevo, merecemos ser bendecidos. Ahora
que nuestros pecados nos han sido perdonados,
tenemos méritos/derechos para recibir abundancia de los cielos.
Sin embargo,
cuando tu entiendes verdaderamente tu depravación y corrupción, y que lo que realmente te debía suceder, que era
ser enviado eternamente al infierno, y
que aunque hayas sido hecho hijo de Dios sigues siendo perverso y pecador, entonces la cosa cambia y puedes entender lo
que dice en Flp 1:29 Porque a vosotros os es concedido a causa de
Cristo, no sólo que creáis en él, sino
también que padezcáis por él,
El Gran Privilegio
Este
privilegio de poder padecer por Cristo es algo que debemos internalizar y
aceptar como un privilegio, y no algo
que rechacemos y evitemos. Me refiero a
padecimiento que uno sufre por ser cristiano. Con eso me refiero a que tu sufrirás, si haces lo que el Señor demanda de ti en su
palabra; y no a la manera como a ti te
parece, sino como está escrito. Los demás sufrimientos serán por consecuencia
de tu desobediencia, errores por tu
ignorancia o tus pecados
Este será el
ajuste más radical que tú harás, si
verdaderamente eres un esclavo de Cristo.
Si tú eres verdaderamente un siervo que está dispuesto a obedecer como
Cristo obedeció, entonces será
inevitable que sufras padecimientos en este mundo, da lo mismo donde te encuentres o en que
condición te encuentres.
Para ser más
específico, este sufrimiento vendrá
porque tendrás que negarte
a ti mismo. Eso
quiere decir que permitirás que los
demás sean más importantes que tú. Que ya no importarán tus prioridades,
o lo que tu agenda dictaba. Tu estarás
dispuesto a que te
pasen a llevar, que no
te consideren, que abusen de ti, que digan de ti cualquier cosa (que serán
mentiras), que te menosprecien y
menoscaben.
Por otra
parte, tendrás que despojarte de todo. DE TODO.
Específicamente de tu forma de pensar;
que incluye tus pasiones, tus
deseos, tus sueños e ideales, tus expectativas y proyecciones, tus planes a futuro, tus así llamados “derechos”, etc. Te tendrás que despojar de todo tu bagaje
intelectual y renovar completamente tu entendimiento. Estamos
hablando de un cambio
vertiginoso y transversal de tu alma. Este despojo te demandará
mucha oración y búsqueda del Señor Jesucristo y muchísima lectura y estudio de
su palabra, y si eso fuera poco, muchísima reflexión y meditación en tu
diario vivir (y ayuno en el Señor).
Como puedes
ver, estamos hablando de disciplina, sacrificio,
constancia,
ser consecuente y valiente, ya
que todo lo que te rodea, te estará
invadiendo violentamente para que desistas de tan absurda idea (ser un seguidor
de Cristo) y vuelvas a esa vida llena de esperanza y
futuro esplendor que tenía antes de conocer a Cristo y nacer de nuevo.
También me
viene a la mente que deberás aborrecer
tu propia vida en este mundo.
Eso significa, como magistralmente lo dijo Pablo, “…ya
no vivo yo, mas vive Cristo en mi”. Para que esto sea verdaderamente una
realidad, y tú realmente aborrezcas tu
vida en este mundo, obedeciendo lo que
el Señor Jesucristo mandó a sus discípulos,
tendrás que prepararte para sufrir y estar dispuesto a todo, entonces serás capaz de enfrentarte a un
sufrimiento profundo y transformador.
¿Por qué tanto dolor? Por varias razones, entre las que podemos mencionar, tu purificación, transformación, regeneración, santificación, etc.
Todo esto, si te está sucediendo, es porque Dios lo ordenó así, y por lo tanto es para su gloria, y por lo tanto es un privilegio para ti. En otras palabras, porque Dios te ama de verdad. Aquí entramos en el otro terreno desconocido
por la mayoría de los verdaderos cristianos,
y si no es desconocido, entonces
ignorado, me refiero a la absoluta y
perfecta soberanía de nuestro Omnisciente Dios (que veremos más adelante).
Pero tenemos
que volver al comienzo. Cuando tú
comienzas a ver todo este sufrimiento y padecimiento desde el punto de vista
que te merecías muchísimo más tormento y horror en el infierno que tú te puedes
imaginar y por toda la eternidad,
entonces todo cambia de perspectiva.
Desde luego siempre me he estado refiriendo al
sufrimiento y padecimiento por causa de ser como Cristo, porque estás haciendo todo lo que está a tu
alcance por parecerte más a Cristo, y
no porque tus pecados y malas obras te lleven a sufrir las consecuencias (lo
digo porque hay cristianos que confunden las cosas, ya que todavía creen que tienen derechos, que se merecen algo, o porque piensan que es lo justo). Por eso quiero ser bien claro, que nuestro privilegio de participar de los
padecimientos de Cristo, se refiere a
lo que mencioné anteriormente, y se
relaciona estrictamente con el hecho de ser un imitador de Cristo Jesús, tal como se explica detalladamente en el
Nuevo Testamento.
Sólo con esta comprensión y entendimiento
de lo bien que te está yendo mientras tienes el privilegio de compartir en los
sufrimientos y padecimientos del Señor Jesucristo, podrás entender lo que significa, “…dad
gracias en todo tiempo, regocijaos en el
Señor siempre. Otra vez digo: !!Regocijaos!;” porque si no fuese por todas las misericordias de Dios, tu estarías en las profundidades del
infierno donde el gusano no muere y la agonía es perversa. De ahí fuiste rescatado a precio de sangre
y mucho más, cuando Jesús agonizante
en el madero, bebió toda la copa de la ira de Dios. Hasta la última gota. Ira que tú te merecías, y no
tienes la menor idea lo horrenda que es.
Este tema es
algo que todavía no
se comprende en su totalidad, y mucho menos se ha internalizado por un
número no menor de pastores, y por lo
tanto por un número bastante extenso de cristianos (desnutridos espiritualmente)
a los que no se les ha
predicado ni enseñado lo que el Señor demanda de nosotros, para
que seamos realmente verdaderos discípulos de Él. La fatiga en la alimentación apropiada de
los cristianos (las ovejas del buen Pastor),
tiene a muchos pensando que son buenos y que se merecen un buen pasar, bendiciones, prosperidad, beneficios y todo tipo de favores de Dios.
Por eso trato
este tema de frente, consciente que es
lo más difícil
que vamos a enfrentar como verdaderos cristianos que amamos a nuestro Señor y
Dios. Necesitamos profundizar en todas
las áreas que se relacionan con el sufrimiento y padecimiento por causa de
Cristo, y como esto es un verdadero privilegio
como dice en 1ªPe 4:13 “…sino gozaos por cuanto sois participantes de los
padecimientos de Cristo.”
¿Estás sufriendo realmente por ser como Cristo? y ¿te
estás gozando mientras sufres? Si no es
así, algo falta en tu vida como
cristiano, si es que verdaderamente lo
eres.
Nueva Visión
Cuando esto se
comienza a vivir, entonces todo
cambia. Se produce un giro en tu
realidad que te lleva a dejar de sentir
lastima por ti mismo,
que te lleva a vivir con otra perspectiva, con otra mirada. Dejas de alegar, de quejarte por esas cosas que hoy te están
agobiando, atormentando, molestando. Comienzas a aceptar, sin
mayor esfuerzo, que algo no te resulte, que tengas que soportar a alguien, que tienes que perdonar a todos. Dejas de centrarte en ti mismo y comienzas a servir a los demás, y por sobre todo, comenzarás a glorificar a tu Padre
celestial y adorar al Señor tu Dios en espíritu y en verdad.
Es cierto que
eso no significa que estés de acuerdo con todo lo que dicen los demás, o que ya no tengas que decir lo que está o
no está de acuerdo con lo que está escrito.
Pero ya no
tendrás tu opinión (que tanto te gustaba
proclamar), ya no te enfrascarás en
discusiones, en pleitos de dimes y
diretes. Tu carrera por ganar se convertirá
en un caminar hacia la meta, y tus
cargas las irás dejando a los pies del Señor. Te sorprenderás cuando comiences a esperar en el Señor, pero de veras a esperar que sea Él quien
tome la decisión, y comenzarás a
buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, no importando lo que digan los demás
cristianos adormecidos y quejumbrosos,
que muchas veces todavía mantienen una amistad con el mundo, y todavía aman al mundo y las cosas que hay
en el mundo.
Cuando
comiences a regocijarte
en tus padecimientos en vez de andar lamentándote y
quejándote y alegando, pasarás de
tener una vida abrumada a una llena de esperanza y gozo y paz. Es una experiencia maravillosa que sólo está reservada
para los que están dispuestos
a despreciarlo todo por Cristo el Señor. Esto puede sonar muy fantástico, sin embargo es sumamente duro y difícil, y
requerirá de una entrega absoluta a la soberanía del único Dios verdadero, a Jesucristo tu Señor (si realmente es tu
Señor).
LA SOBERANÍA ABSOLUTA
Esta soberanía
es la que también debemos comprender en toda su magnitud. No es una soberanía que podamos comprender
con nuestro intelecto humano, sino que
también será necesario tener que hacer profundas renovaciones en nuestra mente
para que nuestro intelecto sea capaz de internalizar y aceptar que la soberanía
de Dios Padre, Dios Hijo y Dios
Espíritu Santo, es absoluta y perfecta. ¿Por qué es así? Porque el único Dios verdadero es
SANTO y
JUSTO. Estos dos atributos
generales de nuestro Padre celestial son el fundamento de toda la gloria de
Dios.
Cuando tú
entiendas cabalmente estos dos atributos, que son exactamente lo opuesto a todo lo creado, ya que todo lo creado se ha corrompido con
el pecado, y por eso gime la
creación, entonces recién te será
posible comenzar a aceptar que absolutamente todo, y todo está dentro del perfecto plan de
Dios. Esto es lo más tranquilizador y
te asegura que hasta lo más insólito y absurdo, lo más maravilloso y catastrófico, lo más grande como lo más pequeño está
funcionando en una sola dirección,
hacia la meta que Dios estableció desde antes que algo existiese.
Ésta realidad
y verdad, ésta sublime soberanía de
Dios (que significa que Dios hace todo como,
cuando y donde quiere; y que Él
es quién hace que todo sea y se sustente,
porque Él lo ordena que así sea,
a cada instante por toda la eternidad), te hace comprender que nada de lo que ha
sucedido, de lo que está sucediendo o
de lo que va a suceder, es por chance
o por coincidencia o por suerte o por error,
sino que todo sigue un orden perfectamente coordinado y planificado que
lleva a todo a un fin plenamente y excesivamente excelso. Esto,
porque todo lo que Dios está llevando a cabo, es por su santo nombre, para la gloria suya, y Él se encargó de que nada fallara desde
antes de la creación y por toda la eternidad.
¿Entiendes eso?
Por eso el
Señor nos enseñó esa oración que dice,
hágase tu voluntad, así como en
los cielos, también en la tierra. Puedes estar segurísimo de que la voluntad
de Dios, divina, sublime y perfecta, se
está llevando a cabo, y ningún hombre la puede detener o alterar o
interrumpir. Es justamente esa
soberanía la que nos asegura que todo es perfecto, y que si nos alineamos con la voluntad de
Dios (en otras palabras hacemos su voluntad),
gozaremos de paz y gozo, aunque
estemos siendo descuartizados vivos,
tal como le ha sucedido a miles de mártires cristianos, y aún les sigue sucediendo en la actualidad
(otro tema para profundizar).
Por otra parte
tenemos esas promesas sublimes y maravillosas que están entretejidas junto con
los mandamientos, que si las
comprendiésemos íntegramente, seríamos
capaces de soportar crueldades insospechadas,
abusos físicos y psicológicos,
que hoy no podríamos siquiera imaginar. Para que decir todas esas pequeñeces por
las cuales los cristianos lloriquean y patalean, esas cosas que los tienen atados porque
insisten en que se las merecen y tienen derecho a recibir. Este es probablemente uno de los males
que más atormenta a muchos cristianos desagradecidos y soberbios; pecados que los tienen ignorando
voluntariamente las misericordias y toda la gracia que el Padre de nuestro
Señor Jesucristo derrama cada día sobre ellos. Digo voluntariamente, porque no quieren someterse a la soberanía
de Dios, y eso porque no están
sumergidos en la palabra del Señor Jesucristo.
Obreros Despreocupados
Creo poder
decir con fundamentos, que la falta de
verdadera adoración en espíritu y en verdad,
procede de este mal. ¿Qué mal?
La falta de conocimiento de la palabra,
la mala alimentación que buscan y/o reciben las ovejas del buen
Pastor, hace que una gran mayoría
tenga una relación totalmente superficial con Dios, y no puedan salir de su confortable adormecimiento
en el cual han caído, a pesar de que
han sido redimidos por la sangre del Señor Jesús.
Esta vergüenza
que se ha esparcido por entre los que se dicen ser cristianos, o que creen serlo, y los que verdaderamente lo son; hace que la apostasía florezca entre las
congregaciones, llevando cautivos a
muchos cristianos, casi al punto de perder
su salvación. Ya no hay discernimiento
espiritual, lo que conlleva una falta
de disciplina, lo que trae como resultado
una tibieza espiritual. Esto se está
esparciendo en las congregaciones a tal punto,
que se están llenando de cabritos (cizaña), y las ovejas del Buen Pastor se están
desnutriendo, cayendo en todo tipo de engaños, haciéndose nuevamente amigos del mundo, amando las cosas que hay en el mundo.
Este tema es
algo en lo que los siervos/esclavos (pastores) del buen Pastor deben
reflexionar profundamente. La
responsabilidad recae sobre ellos primordialmente, ya que son ellos los que deben predicar expositivamente todo el
consejo de
Dios, sin
recortes ni romanticismos, sin
sabiduría de hombres ni poetización,
sin tanto rodeo sino más bien directo al grano. En otras palabras, sin temor a los hombres, sino que para la gloria de Dios.
Participación en el cuerpo
Todo lo
anterior, nos lleva ahora a entender
un poco mejor, la falta de una
verdadera participación por parte de los verdaderos cristianos, en el cuerpo de Cristo (su iglesia).
La gran
enfermedad que sufren muchos cristianos,
es su falta de involucrarse en lo que deberían estar involucrados, me refiero a la iglesia. Sabemos por todo lo que se describe
especialmente en Romanos y 1ª de Corintios,
que la iglesia es como un cuerpo.
Se le compara con un cuerpo. Esto
para que podamos entender que al pasar a ser miembros de la iglesia de
Jesucristo, pasamos a ser miembros de
un cuerpo. Sé que esto no es difícil
de comprender y que ya se ha predicado mucho sobre el tema, sin embargo lo veo en todas partes, que los cristianos no están cumpliendo su
función dentro del cuerpo.
Piensa un poco
en ti que estás leyendo esto. ¿Cuál
es tu participación? ¿Sabes tú cuál es
tu don? ¿Has hecho algún análisis de
cual debiera ser tu participación dentro de la iglesia? ¿Quieres participar? ¿Por qué quisieras participar (si es que
realmente quieres participar)?
Es
absolutamente sorprendente cuando uno analiza la mayoría de las iglesias, que un número muy pequeño, a veces apenas el 15%, realmente están activamente
involucrados. Esto puede tener varias causas. Una,
que probablemente es la más importante, es que los pastores no están haciendo bien
su trabajo. Con eso me refiero a que no
están enseñando a las ovejas del Buen Pastor,
todo lo que Él nos mandó que guardásemos. En otras palabras, no están enseñando todo el consejo de
Dios, principalmente lo que dice el
Nuevo Testamento.
Este error o
más bien negligencia de los siervos de Señor (si es que realmente lo son), está llevando a que los miembros sufran de
una desnutrición doctrinal tan espantosa,
que no están haciendo, o mas
bien dicho, no están guardando todo lo
que el Señor nos demanda en sus mandamientos; y una de esas cosas es, que no están participando del cuerpo como
lo debieran estar haciendo.
Pero no toda
la culpa recae sobre los pastores de las iglesias, sino también en los miembros. Todo cristiano nacido de nuevo, tiene la obligación, el deber,
por todo lo que Dios ha hecho por él,
y me refiero principalmente por el amor con que Dios le ha amado, de
estudiar y profundizar las Escrituras.
Como lo dijo el Señor, “…Si permaneciereis
en mi palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos.” Esto tiene dimensiones
insospechadas, que tristemente la mayoría
de los cristianos ignoran, y por eso
están tan desnutridos y por lo tanto están expuestos a caer presa del
mundo, siendo engañados y seducidos y
arrastrados por cualquier doctrina espuria,
sin tener la más leve sospecha de lo que les está pasando.
Todo esto
tiene como consecuencia lo que mencionaba anteriormente, una despreocupación casi absoluta por parte
de los cristianos, por su participación
dentro del cuerpo de Cristo. Esto es
tan grave, que no sólo afecta a la
congregación en la que están insertos,
sino que por sobre todo afecta la vida, la adoración, la relación y la comunión del cristiano
mismo. Si tú no estás activamente
involucrado en todo el quehacer de la iglesia en la cual tú te congregas, toda tu vida cristiana está siendo
afectada. Con eso me refiero a que
todo tu ser, integralmente
hablando, se está enfermando o debilitando. Aunque tú no lo veas así, ya que al parecer todo está en perfecto
orden, y tu creas que estás perfectamente
bien con Dios. La Palabra dice otra
cosa, estás contradiciendo
directamente lo que dijo el Señor mismo en Jn 8:31.
Tú estarás con
un pie en el camino angosto y con otro en el ancho (con uno en el mundo y con
el otro en el reino). Eso es
totalmente contradictorio y contraproducente. El Señor fue enfático cuando dijo que no
puedes servir a dos señores, no puedes
ser amigo del mundo o amar al mundo ni las cosas que hay en el mundo; tú no puedes pretender hacer lo que tú
consideras correcto y al mismo tiempo pretender ser un siervo fiel. Si tú no estás activo dentro del cuerpo de
Cristo, entonces te estás engañando a
ti mismo y la verdad no está en ti.
¿A qué me
refiero con estar activo dentro del cuerpo? Como lo mencioné anteriormente, tanto en Rom 12 como en 1ªCo 12, leemos que se nos darán dones según el mismo
Espíritu. Eso quiere decir que se nos
darán capacidades para ejercer una tarea o función dentro del cuerpo de Cristo.
Estas tareas o
funciones dentro del cuerpo son muy variadas y se pueden dar en diversos
contextos. Por eso no se puede
definir como puntos específicos, a los
cuales te puedes integrar dependiendo de lo que a ti te gusta. Ser un miembro de la iglesia de
Jesucristo, es servir dentro del cuerpo
que es la Iglesia, y eso depende de
la voluntad del Espíritu Santo. Eso
hace que sea imperativo, que tú tengas
una relación
profunda con Dios a solas en oración, para que puedas ser guiado por Él, a
cumplir lo que Él determina para ti dentro del cuerpo de Cristo. Esto es muy diferente a lo que hoy en día
está sucediendo en la mayoría de las iglesias,
donde cada uno se inscribe en lo que a él le parece que es lo mejor o lo
que le gusta más, y por lo tanto no
está sirviendo como Dios lo quiere,
sino como cada cristiano lo estima mejor.
Esto redunda
en conflictos y discusiones, lo cual
conlleva a reglamentos y estatutos hechos por hombres, procedimientos y metodologías
empresariales fundamentados en pensamientos humanistas, que al final parecen ser muy buenos y
efectivos, pero casi totalmente fuera
de la voluntad de Dios (pero que todos tratan de justificar como si fuera la
voluntad de Dios, y eso porque en
realidad no tienen la menor idea de cuál es realmente la voluntad de Dios). Esto convierte hoy en día a las iglesias en
instituciones u organizaciones (con fundamentos humanistas), en vez de ser un organismo vivo que depende
enteramente del Señor.
¿Te fijas como
la cosa se va desvirtuando? Todo
parte siempre de nuestra falta de comunión íntima con Dios en el Espíritu
Santo, y por no permanecer en la
Palabra de nuestro Señor Jesucristo.
La Comunión de los Santos
Cuando
entendemos que la iglesia es un organismo (un cuerpo vivo), entonces nos es más fácil comprender que
siempre está activo (eso debiera al menos ser así). Entonces tú debieras ser parte de esta
constante actividad, donde lo más
importante es la comunión entre los distintos miembros del cuerpo. Esto fue lo que tanto nos insistió nuestro
Señor Jesucristo por medio de sus enseñanzas de amarnos los unos a los
otros. ¿Por qué? Porque nuestro Dios es un Dios Trino, Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Ellos tienen una comunión sublimemente
perfecta e inseparable e indivisible.
Por esta razón Dios creo al hombre en primer lugar, para compartir el gozo de esta perfecta y
sublime comunión, y es por eso que Jesús
en su oración excelsa rogaba al Padre que nosotros los cristianos seamos uno
entre nosotros, como Él y el Padre son
uno (Jn 17).
Si te pones a
pensar entonces en cuantas variantes hay en lo que a comunión se refiere, podrás comprender, cuán
importante es tu participación, y cuan
lamentable es tu falta en ella. Dicho
de otra manera, si tú no estás
participando de la comunión con los santos,
estás rechazando el amor del Padre y de Jesucristo, que se da en medio de esta comunión de amor
fraternal (no estás guardando uno de los mandamientos más importantes; por consecuencia no estás amando realmente
al Señor Jesucristo). ¿Te fijas las
implicancias que esto trae? No es
menor el no estar en comunión con los santos,
a más que sea una situación puntual,
como en el caso de los misioneros en lugares remotos, de una persona postrada, por razones de trabajo en lugares
aislados, etc. Pero sin embargo, esas situaciones extraordinarias, también pueden ser muy beneficiosas para
tu relación-comunión personal con Dios,
y debieras aprovecharlas en toda su magnitud.
Volviendo a lo
que dice la Palabra respecto, a que es el Espíritu Santo el que reparte los
dones y establece las funciones dentro del cuerpo de Cristo, será necesario que tú estés muy atento
mientras estés participando dentro del cuerpo de Cristo. Puede ser que por un tiempo seas llamado a
servir en la comunión de los estudios bíblicos, y en otro tiempo a servir en la comunión de
la visitación a las cárceles y enfermos.
Lo importante no es que tu decidas en que participar, sino de estar dispuesto y disponible, buscando en oración y atento a lo que se va
dando, mientras estás involucrado en
la comunión con los santos. Mientras
más involucrado estés, mientras más
estés buscando en el Espíritu, tanto
más te usará el Señor para que seas un siervo (esclavo de Cristo), que funciones dentro del cuerpo (la
iglesia), para que Él sea glorificado
por medio de la comunión integral.
ESTO
CONTINUARÁ PRONTO…
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