jueves, 13 de junio de 2013

Reflexión Cristiana I


Este documento es una recopilación de varias reflexiones que he hecho sobre nuestro caminar como cristianos.     Lo comparto con todo aquel que le interese meditar en éste caminar tan extraordinario al cual fuimos llamados (invitados).

En la Biblia,  podemos encontrar una serie de advertencias respecto a los peligros que nos rodena,   y a los cuales nos vamos a ver expuestos durante nuestra vida.

Veamos algunos:

2ªTi 2:22  Huye también de las pasiones juveniles…,   y  1ªCo 6:18  Huid de la fornicación.   También dice:   1Co 10:14  Por tanto,    amados míos,    huid de la idolatría.

2ªTi 2:23  Pero desecha las cuestiones necias e insensatas,    sabiendo que engendran contiendas.

2ªCo 6:17  Por lo cual,    salid de en medio de ellos,    y apartaos,   dice el Señor,     y no toquéis lo inmundo;      y yo os recibiré,

Col 2:8  Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas,    según las tradiciones de los hombres,     conforme a los rudimentos del mundo,      y no según Cristo.

Flp 3:2  Guardaos de los perros,     guardaos de los malos obreros,      guardaos de los mutiladores del cuerpo.

La lista es interminable.   Advertencia tras advertencia.   Espero que tu pongas mucha atención a lo que vamos a analizar de aquí en adelante.

Tú al igual que todos los verdaderos cristianos,     deberás identificar,   según tus características físicas y emocionales,   y de la condición y circunstancias en que vives,   cuales son los peligros que te asechan.     No todos estamos expuestos a los mismos peligros.

Una persona adinerada está expuesta a ciertos peligros que no son los mismos que para una persona pobre.       Una mujer joven,   no está expuesta a los mismos peligros que una mujer anciana.   Un hombre no está expuesto a los mismos peligros que una mujer,  etc.     Sin embargo la Biblia nos enseña que en lo profundo de nuestra naturaleza humana,   somos todos iguales.     Tenemos una cosa en común,   y es nuestras concupiscencias,   nuestro yo.

Las dos áreas generales que se pueden identificar como zonas de peligros para cualquier cristiano/a,   son el orgullo y la sensualidad.      El orgullo se relaciona con todo lo que tiene que ver con la mente,  entendimiento,   raciocinio,      en otras palabras con el intelecto el lado que nos hace semejantes a Dios,    y lo sensual,  la carne,   los deseos y pasiones,   que tiene que ver con lo terrenal,  animal,  diabólico.    Por lo tanto,    todas las condiciones que puedes identificar en tu vida en este instante,   en una y otra forma tienen que ver con una de estas dos áreas.

Por esto es necesario que hagas un análisis de la situación y condición en la que te encuentras,   así como también debieras hacer un análisis de lo que te podría suceder si tu situación cambia.

El propósito de hacer este tipo de evaluación en nuestras vidas,    es para poder volvernos en oración en el poder del Espíritu Santo a nuestro Padre celestial,    pidiendo en el nombre de Jesús,    que nos de sabiduría y fortaleza,   para poder identificar estas zonas de peligro que estamos enfrentando,    para poder resistir y huir y así no caer.     También para poder salir de los errores que se nos han metido en la cabeza,   me refiero a las ideas que hemos ido adquiriendo según nuestra condición y situación en la que nos encontramos.    Todo esto,    para que podamos entender cuáles son los peligros que nos asechan y que debemos evitar,   huir,  desechar,   y ser así más piadosos,   más santos.

Por otra parte existen dos condiciones o situaciones generales en las cuales te puedes encontrar.   Las que parecen ser favorables y las que parecen ser desfavorables.   Me refiero a que parece,    porque las vemos según lo que el mundo establece como favorable o desfavorables;     según los estándares y conceptos humanos.     Sin embargo,   si las viéramos desde el punto de vista de Dios,     podrían ser totalmente distintas (de hecho las son).

Advertencias

¿Cuál es la advertencia que resume todas las demás?  Lo que dice Pablo en:    

Efe 6:12  Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Sin embargo,   vamos a sostener una batalla constante con nuestra carne,  tal como lo explica magistralmente Santiago en: 

Stg 1:14-15    “…sino que cada uno es tentado,     cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.      Entonces la concupiscencia,      después que ha concebido,     da a luz el pecado;     y el pecado,      siendo consumado,      da a luz la muerte.”

Lo anterior,   porque de nuestro corazón proceden todos los males.    Si combinamos ambas advertencias,   nos podemos dar cuenta que la afirmación que hace Juan en su primera carta es muy cierta:   

 1Jn 2:16  Porque todo lo que hay en el mundo,    los deseos de la carne,     los deseos de los ojos,           y la vanagloria de la vida,    no proviene del Padre, sino del mundo.

Con esto en mente,   podemos comenzar a estudiar este tema de las zonas de peligro que enfrentamos día a día.      Si el ataque viene desde el exterior y desde el interior,    será necesario que tengas extremo cuidado en tu caminar cristiano.     Deberás como persona cristiana,   estar sumamente atenta,    vigilante,    despierta,     velando en oración y ayuno si es necesario.

En otras palabras,    no podrás pestañar.    Será necesario que estés totalmente aferrado/a al Señor,   permaneciendo en su palabra,   buscando primeramente el reino de Dios y su justicia,    para no ser arrastrado/a por el mundo,   y caer en los engaños que sutilmente se te acercan,   principalmente por lo que estás viendo y oyendo.    Es ahí que lo que dice en Col 2:8  “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas,    según las tradiciones de los hombres,     conforme a los rudimentos del mundo,      y no según Cristo”;    es tan cierto.

Entendimiento

Para la mayoría de los cristianos,     habrá una lucha muy fuerte,   porque se convirtieron cuando ya eran mayores de edad (20>).     Eso significa,   que ya tenían una forma de pensar,   lo que se denomina una visión global.    Esta visión está muy arraigada en sus mentes (almas),    y es lo que va a ser necesario desmantelar.    Esto será sumamente complicado,   ya que todo lo que les rodea,    va a tratar de impedir o dificultar que esto suceda,   porque sin darnos cuenta,   nos seguimos alimentando con estas verdades que no provienen de Cristo.

Sabemos por lo que dice en:  Rom 12:2  No os conforméis a este siglo,      sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”,      que será imperativo “renovar nuestro entendimiento”,   esto es la clave para este desmantelamiento de la mente (quebrantar el alma).    Sin embargo es exactamente lo que más le costará a todo cristiano.   Para renovar el entendimiento,   el cristiano tendrá que estudiar y no sólo leer la palabra del Señor Jesucristo.    Este estudio tiene que ser sistemático y progresivo.    De otra manera,   sólo será instructivo y no logrará renovar el entendimiento,    entorpeciendo el proceso de transformación que se debe lograr.

Por otra parte,   el cristiano tendrá que comenzar sistemáticamente,   con mucha oración,   a apartarse del mundo y de las cosas que están en el mundo.    Este ejercicio es tan fundamental,    que no se puede enfatizar lo suficiente.     Si no nos apartamos del mundo,    estaremos haciendo dos cosas completamente opuestas.   Una será renovar nuestro entendimiento,    purificando nuestra alma,    y por otra estaremos contaminando el alma con las cosas del mundo.    Esto es totalmente absurdo y contraproducente,   pero lamentablemente algo que sucede en muchos hermanos y hermanas en Cristo (porque insisten en que pueden seguir viendo películas,  teleseries,   videos de todo tipo,    festivales,    en todos los cuales se dicen,  hacen e imaginan cosas que van totalmente en contra de todo lo que nuestro Padre celestial ha establecido).

A medida que el cristiano va creciendo y renovando su entendimiento,   se irá encontrando con una serie de aparentes contradicciones.   Esto porque muchas de las cosas que aprendió del mundo,    y que están muy arraigadas en él,     parecen buenas,  inofensivas,   atractivas,    razonables,    convincentes,   etc.     Para que estas verdades del mundo se puedan ir desenmascarando,    el cristiano necesita de la luz de la palabra.      En otras palabras,   necesita de la verdad que sólo proviene del Señor Jesús (esto fue lo que el Señor trató de enfatizar cuando hizo esta afirmación radical:    “…De cierto, de cierto os digo:    Si no coméis la carne del Hijo del Hombre,     y bebéis su sangre,    no tenéis vida en vosotros.” Jn 6:53    En otras palabras,   estamos muertos.

Por eso hago tanto énfasis en el estudio sistemático de la palabra,    específicamente del Nuevo Testamento.     Este estudio tiene que ser acompañado de predicas expositivas,     la lectura continua de la Biblia completa,    la oración y meditación profunda con el Señor en el poder del Espíritu Santo y la comunión con los santos.

Cuando comience la renovación de la mente,    el cristiano comenzará a darse cuenta de los errores que había internalizado y aprendido y afirmado por mucho tiempo.    Este será un proceso algo doloroso y frustrante,   ya que muchas de las cosas que sostenía como verdades absolutas,    no le serán fácil de abandonar y rechazar.    Es aquí cuando tendrás que aferrarte con todo tu ser al Señor Jesucristo,   para que no seas arrastrado por la lucha que sostendrás en tu mente.    Es aquí donde la oración ferviente se convierte en una herramienta fundamental para continuar sin decaer.    Enfrentarás momentos de duda,    de desaliento,    te darán ganas de abandonar.    Sin embargo,    será al mismo tiempo,   lo más extraordinario que te pueda haber ocurrido.

Después de un tiempo,   a medida que tu mente se va renovando por medio de la verdad que irá alimentando tu alma,    comenzarás a experimentar una libertad que no se puede explicar.   Eso fue exactamente lo que dijo el Señor:   Jn 8:32  y conoceréis la verdad,     y la verdad os hará libres.

Mientras más aumenta el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo,   quién es la VERDAD,     más libre serás de los engaños,    traumas,   frustraciones,    ideologías,    pensamientos y filosofías humanistas,    tradiciones de hombres,    palabras persuasivas,   sutilezas y rudimentos de este mundo (todo esto está ampliamente explicado en las Escrituras).     Esa libertad será transformadora y renovadora para tu espíritu,   al punto que comenzarás a ver las cosas como Cristo las ve,   con la mente de Cristo.

Poner mucha Atención

Este será el comienzo de una nueva vida para ti,    que te llevará a andar como es digno del Señor.    También será el comienzo de tus padecimientos que como todo verdadero cristiano,   tendrás el privilegio de experimentar,  como lo dice en:  Flp 1:29  “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo,    no sólo que creáis en él,     sino también que padezcáis por él”.    Este tema lo veremos más adelante en detalle.

Por lo tanto,     el primer paso que tendrás que dar,   para poder comenzar a entender cuáles son las zonas de peligro que enfrentaras,    es mantenerte firme en el estudio de la palabra,  la oración y la lectura de la Biblia.     Esto te permitirá ir agudizando tus sentidos espirituales,   para irte dando cuenta donde estas pisando y con qué te estas enfrentando.

Tu atención entonces se tiene que avocar a observar con atención quien eres,   donde estas,   que te rodea,   cuáles son tus actividades,    quienes son las personas con las cuales te estas relacionando,    con quién estás viviendo,   como te vistes,    que es lo que lees (fuera de la Biblia),    que estas escuchando (fuera de las predicas),   que estas mirando,     que estas comiendo y bebiendo,     cuál es tu trabajo,    que estás haciendo en tu tiempo libre,     como te estas divirtiendo,    cuáles son tus prioridades, etc.

Como persona cristiana,   tendrás que ir haciendo ajustes en todas estas áreas,    tarde o temprano.     Esto,    no por un temor servil,    sino porque será la forma en que tu demostrarás tu amor por medio de tu obediencia,    al que ahora es tu Señor y Salvador.     Cada ajuste que hagas,    será una confirmación tanto para ti como para los demás,   que realmente eres una persona cristiana nacida de nuevo,   en la cual Dios está llevando a cabo la obra santificadora.

Sufrimiento

Este es un tema que nos va a costar asimilar a los que hemos nacido de nuevo por la gracia y la misericordia de Dios,   por medio de Jesucristo su Hijo amado.

Para poder entender que cualquier sufrimiento o padecimiento que podamos experimentar en nuestras vidas como cristianos,    no es un castigo o algo inmerecido,  sino que es meramente algo superficial y fácil de sobrellevar,   tendremos que hacer un tremendo esfuerzo en comprender de donde salimos y como éramos antes.

NUESTRA CONDICIÓN HUMANA

Una de las cosas más complejas para los seres humanos de aceptar,   es que somos pecadores.     A pesar de que la mayoría de los que se denominan cristianos,  ya sea los que creen serlo y los que lo son (hay una enorme diferencia entre uno y otro),    pueden admitir que son pecadores,    sin embargo no tienen la menor idea de lo que eso significa.     Esto,    porque esa enorme mayoría se consideran buenas personas,   contradiciendo lo que Dios dice en su palabra (ver Rom cap. 1  al  3).

Nuestra condición como seres humanos es tan paupérrima a la luz de lo que Dios declara de nosotros,    que necesitamos hacer una profunda reflexión objetiva y honesta hacia nosotros mismos,   para recién entonces comenzar a comprender en su cabalidad,    la obra salvífica de nuestro Señor Jesucristo.

En esta reflexión no entraremos de lleno en el tema del pecado,    pero es bueno hacer un alcance.    El pecado es algo tan excesivamente grotesco y abominable para Dios,   que no nos será posible poder explicarlo en nuestras palabras.    Sin embargo,   cuando leemos con atención especialmente el AT,    encontraremos una infinidad de ejemplos en los cuales Dios envió juicio sobre los pecadores,    ya sea gentiles o judíos.    Estos ejemplos desde el diluvio,  Sodoma y Gomorra,    las plagas en Egipto,    los castigos a los judíos en el desierto,    la exterminación de los pueblos paganos en Canaán,   los exilios,   etc.,    si los analizamos,    son todos juicios de Dios a causa del pecado,  como lo afirma en   Pro 8:13   “El temor de Jehová es aborrecer el mal;    la soberbia y la arrogancia,     el mal camino,    y la boca perversa,  aborrezco.”   y se complementa con lo que dice en    Luc 16:15  “…mas Dios conoce vuestros corazones;    porque lo que los hombres tienen por sublime,   delante de Dios es abominación.”

En este pecado nos estábamos revolcando como un cerdo en su cieno,    gozándonos y divirtiéndonos sin tener el menor remordimiento ante Dios,   sin embargo si nos preocupaba en algo lo que podían decir los demás.    Mientras estábamos en esta condición perversa y corrupta,    nuestro Padre celestial tuvo misericordia,   e inexplicablemente por pura gracia,   se dignó a mirarnos y redimirnos para su Hijo amado.

Esta salvación va totalmente en contra de todo lo lógico,     sin embargo la consideramos casi algo merecido.   Este es un serio problema con muchísimos cristianos hoy en día,   que como no entienden la abominación y aborrecimiento que Dios tiene por el pecado y todo aquel que lo practica voluntaria y conscientemente,    es que no pueden entender que lo que realmente merecíamos,    es una eternidad en el infierno.    El infierno no es un lugar,    es una condición que dura eternamente.    El infierno no es sufrimiento desconsolado y horrible,  es un tormento permanente y catastrófico,   sin límite de tiempo en la más horrible presencia de la ira de Dios.

Ese era el lugar al cual estábamos destinados,   ya que toda la vida hemos estado haciendo méritos para irnos allí;   estábamos trabajando duro para recibir la paga del pecado (Rom 6:23),   que es muerte eterna en el infierno.    De esto fuimos redimidos,  por la pura voluntad de Dios (Ef 1:5).    No había razón alguna para que nuestro Padre celestial nos incluyera en la lista de los escogidos,   de los predestinados desde antes de la fundación del mundo.    Como dice,   Él nos amó porque nos amó.

Esto es sumamente difícil de entender,   porque intrínsecamente estamos absolutamente convencidos y seguros,   que en alguna manera nos merecíamos esta salvación.     Es nuestra naturaleza pecaminosa la que nos quiere hacer creer que tenemos méritos,   aunque sean muy pocos,   pero que en el fondo,   no somos tan malos como lo dice Dios.

Te fijas.   Con este concepto equivocado,   nos presentamos todos los días ante Dios,     pidiendo que nuestras vidas se vayan mejorando,   que suframos menos,   que nos vaya bien,    porque ahora que somos cristianos nacidos de nuevo,    merecemos ser bendecidos.    Ahora que nuestros pecados nos han sido perdonados,   tenemos méritos/derechos para recibir abundancia de los cielos.

Sin embargo,   cuando tu entiendes verdaderamente tu depravación y corrupción,    y que lo que realmente te debía suceder,    que era ser enviado eternamente al infierno,    y que aunque hayas sido hecho hijo de Dios sigues siendo perverso y pecador,   entonces la cosa cambia y puedes entender lo que dice en  Flp 1:29  Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo,    no sólo que creáis en él,     sino también que padezcáis por él,

El Gran Privilegio

Este privilegio de poder padecer por Cristo es algo que debemos internalizar y aceptar como un privilegio,    y no algo que rechacemos y evitemos.   Me refiero a padecimiento que uno sufre por ser cristiano.   Con eso me refiero a que tu sufrirás,   si haces lo que el Señor demanda de ti en su palabra;    y no a la manera como a ti te parece,   sino como está escrito.     Los demás sufrimientos serán por consecuencia de tu desobediencia,   errores por tu ignorancia o tus pecados

Este será el ajuste más radical que tú harás,   si verdaderamente eres un esclavo de Cristo.    Si tú eres verdaderamente un siervo que está dispuesto a obedecer como Cristo obedeció,   entonces será inevitable que sufras padecimientos en este mundo,   da lo mismo donde te encuentres o en que condición te encuentres.

Para ser más específico,   este sufrimiento vendrá porque tendrás que negarte a ti mismo.    Eso quiere decir que permitirás que los demás sean más importantes que tú.    Que ya no importarán tus prioridades,    o lo que tu agenda dictaba.    Tu estarás dispuesto a que te pasen a llevar,     que no te consideren,   que abusen de ti,    que digan de ti cualquier cosa (que serán mentiras),    que te menosprecien y menoscaben.

Por otra parte,    tendrás que despojarte de todo.   DE TODO.    Específicamente de tu forma de pensar;    que incluye tus pasiones,   tus deseos,   tus sueños e ideales,    tus expectativas y proyecciones,    tus planes a futuro,    tus así llamados “derechos”,   etc.     Te tendrás que despojar de todo tu bagaje intelectual y renovar completamente tu entendimiento.    Estamos hablando de un cambio vertiginoso y transversal de tu alma.    Este despojo te demandará mucha oración y búsqueda del Señor Jesucristo y muchísima lectura y estudio de su palabra,    y si eso fuera poco,    muchísima reflexión y meditación en tu diario vivir (y ayuno en el Señor).

Como puedes ver,   estamos hablando de disciplina,   sacrificio,   constancia,  ser consecuente y valiente,    ya que todo lo que te rodea,   te estará invadiendo violentamente para que desistas de tan absurda idea (ser un seguidor de Cristo)   y vuelvas a esa vida llena de esperanza y futuro esplendor que tenía antes de conocer a Cristo y nacer de nuevo.

También me viene a la mente que deberás aborrecer tu propia vida en este mundo.    Eso significa,    como magistralmente lo dijo Pablo,  “…ya no vivo yo,  mas vive Cristo en mi”.    Para que esto sea verdaderamente una realidad,    y tú realmente aborrezcas tu vida en este mundo,  obedeciendo lo que el Señor Jesucristo mandó a sus discípulos,    tendrás que prepararte para sufrir y estar dispuesto a todo,   entonces serás capaz de enfrentarte a un sufrimiento profundo y transformador.

¿Por qué tanto dolor?     Por varias razones,   entre las que podemos mencionar,  tu purificación,    transformación,   regeneración,    santificación,   etc.     Todo esto,    si te está sucediendo,   es porque Dios lo ordenó así,   y por lo tanto es para su gloria,   y por lo tanto es un privilegio para ti.     En otras palabras,   porque Dios te ama de verdad.       Aquí entramos en el otro terreno desconocido por la mayoría de los verdaderos cristianos,   y si no es desconocido,   entonces ignorado,    me refiero a la absoluta y perfecta soberanía de nuestro Omnisciente Dios (que veremos más adelante).

Pero tenemos que volver al comienzo.   Cuando tú comienzas a ver todo este sufrimiento y padecimiento desde el punto de vista que te merecías muchísimo más tormento y horror en el infierno que tú te puedes imaginar y por toda la eternidad,    entonces todo cambia de perspectiva.     Desde luego siempre me he estado refiriendo al sufrimiento y padecimiento por causa de ser como Cristo,     porque estás haciendo todo lo que está a tu alcance por parecerte más a Cristo,    y no porque tus pecados y malas obras te lleven a sufrir las consecuencias (lo digo porque hay cristianos que confunden las cosas,    ya que todavía creen que tienen derechos,     que se merecen algo,   o porque piensan que es lo justo).    Por eso quiero ser bien claro,   que nuestro privilegio de participar de los padecimientos de Cristo,   se refiere a lo que mencioné anteriormente,   y se relaciona estrictamente con el hecho de ser un imitador de Cristo Jesús,   tal como se explica detalladamente en el Nuevo Testamento.

Sólo con esta comprensión y entendimiento de lo bien que te está yendo mientras tienes el privilegio de compartir en los sufrimientos y padecimientos del Señor Jesucristo,   podrás entender lo que significa,  “…dad gracias en todo tiempo,  regocijaos en el Señor siempre.    Otra vez digo:    !!Regocijaos!;”    porque si no fuese por todas las misericordias de Dios,    tu estarías en las profundidades del infierno donde el gusano no muere y la agonía es perversa.    De ahí fuiste rescatado a precio de sangre y mucho más,    cuando Jesús agonizante en el madero,    bebió toda la copa de la ira de Dios.    Hasta la última gota.    Ira que tú te merecías,   y no tienes la menor idea lo horrenda que es.

Este tema es algo que todavía no se comprende en su totalidad,    y mucho menos se ha internalizado por un número no menor de pastores,   y por lo tanto por un número bastante extenso de cristianos (desnutridos espiritualmente) a los que no se les ha predicado ni enseñado lo que el Señor demanda de nosotros,    para que seamos realmente verdaderos discípulos de Él.    La fatiga en la alimentación apropiada de los cristianos (las ovejas del buen Pastor),    tiene a muchos pensando que son buenos y que se merecen un buen pasar,   bendiciones,   prosperidad,    beneficios y todo tipo de favores de Dios.

Por eso trato este tema de frente,  consciente que es lo más difícil que vamos a enfrentar como verdaderos cristianos que amamos a nuestro Señor y Dios.    Necesitamos profundizar en todas las áreas que se relacionan con el sufrimiento y padecimiento por causa de Cristo,   y como esto es un verdadero privilegio como dice en 1ªPe 4:13  “…sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo.”  ¿Estás sufriendo realmente por ser como Cristo?   y  ¿te estás gozando mientras sufres?   Si no es así,   algo falta en tu vida como cristiano,  si es que verdaderamente lo eres.

Nueva Visión

Cuando esto se comienza a vivir,   entonces todo cambia.    Se produce un giro en tu realidad que te lleva a dejar de sentir lastima por ti mismo,    que te lleva a vivir con otra perspectiva,   con otra mirada.    Dejas de alegar,    de quejarte por esas cosas que hoy te están agobiando,   atormentando,    molestando.     Comienzas a aceptar,     sin mayor esfuerzo,     que algo no te resulte,    que tengas que soportar a alguien,    que tienes que perdonar a todos.     Dejas de centrarte en ti mismo y comienzas a servir a los demás,   y por sobre todo,    comenzarás a glorificar a tu Padre celestial y adorar al Señor tu Dios en espíritu y en verdad.

Es cierto que eso no significa que estés de acuerdo con todo lo que dicen los demás,   o que ya no tengas que decir lo que está o no está de acuerdo con lo que está escrito.    Pero ya no tendrás tu opinión (que tanto te gustaba proclamar),     ya no te enfrascarás en discusiones,    en pleitos de dimes y diretes.    Tu carrera por ganar se convertirá en un caminar hacia la meta,    y tus cargas las irás dejando a los pies del Señor.     Te sorprenderás cuando comiences a esperar en el Señor,    pero de veras a esperar que sea Él quien tome la decisión,    y comenzarás a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia,   no importando lo que digan los demás cristianos adormecidos y quejumbrosos,    que muchas veces todavía mantienen una amistad con el mundo,   y todavía aman al mundo y las cosas que hay en el mundo.

Cuando comiences a regocijarte en tus padecimientos en vez de andar lamentándote y quejándote y alegando,     pasarás de tener una vida abrumada a una llena de esperanza y gozo y paz.     Es una experiencia maravillosa que sólo está reservada para los que están dispuestos a despreciarlo todo por Cristo el Señor.     Esto puede sonar muy fantástico,  sin embargo es sumamente duro y difícil,     y requerirá de una entrega absoluta a la soberanía del único Dios verdadero,   a Jesucristo tu Señor (si realmente es tu Señor).

LA SOBERANÍA ABSOLUTA

Esta soberanía es la que también debemos comprender en toda su magnitud.     No es una soberanía que podamos comprender con nuestro intelecto humano,  sino que también será necesario tener que hacer profundas renovaciones en nuestra mente para que nuestro intelecto sea capaz de internalizar y aceptar que la soberanía de Dios Padre,   Dios Hijo y Dios Espíritu Santo,   es absoluta y perfecta.    ¿Por qué es así?     Porque el único Dios verdadero es SANTO  y  JUSTO.     Estos dos atributos generales de nuestro Padre celestial son el fundamento de toda la gloria de Dios.

Cuando tú entiendas cabalmente estos dos atributos,     que son exactamente lo opuesto a todo lo creado,   ya que todo lo creado se ha corrompido con el pecado,   y por eso gime la creación,    entonces recién te será posible comenzar a aceptar que absolutamente todo,   y todo está dentro del perfecto plan de Dios.     Esto es lo más tranquilizador y te asegura que hasta lo más insólito y absurdo,    lo más maravilloso y catastrófico,    lo más grande como lo más pequeño está funcionando en una sola dirección,   hacia la meta que Dios estableció desde antes que algo existiese.

Ésta realidad y verdad,    ésta sublime soberanía de Dios (que significa que Dios hace todo como,  cuando y donde quiere;   y que Él es quién hace que todo sea y se sustente,   porque Él lo ordena que así sea,    a cada instante por toda la eternidad),    te hace comprender que nada de lo que ha sucedido,   de lo que está sucediendo o de lo que va a suceder,    es por chance o por coincidencia o por suerte o por error,   sino que todo sigue un orden perfectamente coordinado y planificado que lleva a todo a un fin plenamente y excesivamente excelso.   Esto,    porque todo lo que Dios está llevando a cabo,    es por su santo nombre,    para la gloria suya,   y Él se encargó de que nada fallara desde antes de la creación y por toda la eternidad.    ¿Entiendes eso?

Por eso el Señor nos enseñó esa oración que dice,  hágase tu voluntad,  así como en los cielos,   también en la tierra.    Puedes estar segurísimo de que la voluntad de Dios,    divina,   sublime y perfecta,    se está llevando a cabo,     y ningún hombre la puede detener o alterar o interrumpir.    Es justamente esa soberanía la que nos asegura que todo es perfecto,    y que si nos alineamos con la voluntad de Dios (en otras palabras hacemos su voluntad),   gozaremos de paz y gozo,   aunque estemos siendo descuartizados vivos,   tal como le ha sucedido a miles de mártires cristianos,   y aún les sigue sucediendo en la actualidad (otro tema para profundizar).

Por otra parte tenemos esas promesas sublimes y maravillosas que están entretejidas junto con los mandamientos,   que si las comprendiésemos íntegramente,    seríamos capaces de soportar crueldades insospechadas,   abusos físicos y psicológicos,    que hoy no podríamos siquiera imaginar.    Para que decir todas esas pequeñeces por las cuales los cristianos lloriquean y patalean,    esas cosas que los tienen atados porque insisten en que se las merecen y tienen derecho a recibir.      Este es probablemente uno de los males que más atormenta a muchos cristianos desagradecidos y soberbios;   pecados que los tienen ignorando voluntariamente las misericordias y toda la gracia que el Padre de nuestro Señor Jesucristo derrama cada día sobre ellos.     Digo voluntariamente,   porque no quieren someterse a la soberanía de Dios,     y eso porque no están sumergidos en la palabra del Señor Jesucristo.

Obreros Despreocupados

Creo poder decir con fundamentos,   que la falta de verdadera adoración en espíritu y en verdad,   procede de este mal.     ¿Qué mal?    La falta de conocimiento de la palabra,   la mala alimentación que buscan y/o reciben las ovejas del buen Pastor,     hace que una gran mayoría tenga una relación totalmente superficial con Dios,   y no puedan salir de su confortable adormecimiento en el cual han caído,   a pesar de que han sido redimidos por la sangre del Señor Jesús.

Esta vergüenza que se ha esparcido por entre los que se dicen ser cristianos,   o que creen serlo,    y los que verdaderamente lo son;     hace que la apostasía florezca entre las congregaciones,    llevando cautivos a muchos cristianos,   casi al punto de perder su salvación.    Ya no hay discernimiento espiritual,   lo que conlleva una falta de disciplina,    lo que trae como resultado una tibieza espiritual.    Esto se está esparciendo en las congregaciones a tal punto,   que se están llenando de cabritos (cizaña),    y las ovejas del Buen Pastor se están desnutriendo,    cayendo en todo tipo de engaños,   haciéndose nuevamente amigos del mundo,    amando las cosas que hay en el mundo.

Este tema es algo en lo que los siervos/esclavos (pastores) del buen Pastor deben reflexionar profundamente.     La responsabilidad recae sobre ellos primordialmente,    ya que son ellos los que deben predicar expositivamente todo el consejo de Dios,    sin recortes ni romanticismos,   sin sabiduría de hombres ni poetización,    sin tanto rodeo sino más bien directo al grano.    En otras palabras,    sin temor a los hombres,   sino que para la gloria de Dios.

Participación en el cuerpo

Todo lo anterior,    nos lleva ahora a entender un poco mejor,   la falta de una verdadera participación por parte de los verdaderos cristianos,  en el cuerpo de Cristo (su iglesia).

La gran enfermedad que sufren muchos cristianos,   es su falta de involucrarse en lo que deberían estar involucrados,    me refiero a la iglesia.    Sabemos por todo lo que se describe especialmente en Romanos y 1ª de Corintios,     que la iglesia es como un cuerpo.    Se le compara con un cuerpo.     Esto para que podamos entender que al pasar a ser miembros de la iglesia de Jesucristo,    pasamos a ser miembros de un cuerpo.    Sé que esto no es difícil de comprender y que ya se ha predicado mucho sobre el tema,    sin embargo lo veo en todas partes,   que los cristianos no están cumpliendo su función dentro del cuerpo.

Piensa un poco en ti que estás leyendo esto.     ¿Cuál es tu participación?   ¿Sabes tú cuál es tu don?     ¿Has hecho algún análisis de cual debiera ser tu participación dentro de la iglesia?   ¿Quieres participar?     ¿Por qué quisieras participar (si es que realmente quieres participar)?

Es absolutamente sorprendente cuando uno analiza la mayoría de las iglesias,   que un número muy pequeño,    a veces apenas el 15%,    realmente están activamente involucrados.    Esto puede tener varias causas.     Una,   que probablemente es la más importante,    es que los pastores no están haciendo bien su trabajo.   Con eso me refiero a que no están enseñando a las ovejas del Buen Pastor,    todo lo que Él nos mandó que guardásemos.     En otras palabras,    no están enseñando todo el consejo de Dios,   principalmente lo que dice el Nuevo Testamento.

Este error o más bien negligencia de los siervos de Señor (si es que realmente lo son),     está llevando a que los miembros sufran de una desnutrición doctrinal tan espantosa,   que no están haciendo,   o mas bien dicho,    no están guardando todo lo que el Señor nos demanda en sus mandamientos;     y una de esas cosas es,    que no están participando del cuerpo como lo debieran estar haciendo.

Pero no toda la culpa recae sobre los pastores de las iglesias,     sino también en los miembros.     Todo cristiano nacido de nuevo,    tiene la obligación,   el deber,    por todo lo que Dios ha hecho por él,    y me refiero principalmente por el amor con que Dios le ha amado,     de estudiar y profundizar las Escrituras.   Como lo dijo el Señor,  “…Si permaneciereis en mi palabra,  seréis verdaderamente mis discípulos.”     Esto tiene dimensiones insospechadas,    que tristemente la mayoría de los cristianos ignoran,    y por eso están tan desnutridos y por lo tanto están expuestos a caer presa del mundo,   siendo engañados y seducidos y arrastrados por cualquier doctrina espuria,   sin tener la más leve sospecha de lo que les está pasando.

Todo esto tiene como consecuencia lo que mencionaba anteriormente,    una despreocupación casi absoluta por parte de los cristianos,   por su participación dentro del cuerpo de Cristo.    Esto es tan grave,   que no sólo afecta a la congregación en la que están insertos,   sino que por sobre todo afecta la vida,    la adoración,    la relación y la comunión del cristiano mismo.    Si tú no estás activamente involucrado en todo el quehacer de la iglesia en la cual tú te congregas,    toda tu vida cristiana está siendo afectada.     Con eso me refiero a que todo tu ser,   integralmente hablando,    se está enfermando o debilitando.     Aunque tú no lo veas así,    ya que al parecer todo está en perfecto orden,    y tu creas que estás perfectamente bien con Dios.     La Palabra dice otra cosa,    estás contradiciendo directamente lo que dijo el Señor mismo en Jn 8:31.

Tú estarás con un pie en el camino angosto y con otro en el ancho (con uno en el mundo y con el otro en el reino).    Eso es totalmente contradictorio y contraproducente.     El Señor fue enfático cuando dijo que no puedes servir a dos señores,    no puedes ser amigo del mundo o amar al mundo ni las cosas que hay en el mundo;   tú no puedes pretender hacer lo que tú consideras correcto y al mismo tiempo pretender ser un siervo fiel.     Si tú no estás activo dentro del cuerpo de Cristo,    entonces te estás engañando a ti mismo y la verdad no está en ti.

¿A qué me refiero con estar activo dentro del cuerpo?       Como lo mencioné anteriormente,   tanto en Rom 12 como en 1ªCo 12,   leemos que se nos darán dones según el mismo Espíritu.    Eso quiere decir que se nos darán capacidades para ejercer una tarea o función dentro del cuerpo de Cristo.

Estas tareas o funciones dentro del cuerpo son muy variadas y se pueden dar en diversos contextos.     Por eso no se puede definir como puntos específicos,   a los cuales te puedes integrar dependiendo de lo que a ti te gusta.    Ser un miembro de la iglesia de Jesucristo,   es servir dentro del cuerpo que es la Iglesia,     y eso depende de la voluntad del Espíritu Santo.     Eso hace que sea imperativo,    que tú tengas una relación profunda con Dios a solas en oración,   para que puedas ser guiado por Él,   a cumplir lo que Él determina para ti dentro del cuerpo de Cristo.    Esto es muy diferente a lo que hoy en día está sucediendo en la mayoría de las iglesias,   donde cada uno se inscribe en lo que a él le parece que es lo mejor o lo que le gusta más,    y por lo tanto no está sirviendo como Dios lo quiere,   sino como cada cristiano lo estima mejor.

Esto redunda en conflictos y discusiones,     lo cual conlleva a reglamentos y estatutos hechos por hombres,     procedimientos y metodologías empresariales fundamentados en pensamientos humanistas,     que al final parecen ser muy buenos y efectivos,   pero casi totalmente fuera de la voluntad de Dios (pero que todos tratan de justificar como si fuera la voluntad de Dios,   y eso porque en realidad no tienen la menor idea de cuál es realmente la voluntad de Dios).    Esto convierte hoy en día a las iglesias en instituciones u organizaciones (con fundamentos humanistas),   en vez de ser un organismo vivo que depende enteramente del Señor.

¿Te fijas como la cosa se va desvirtuando?     Todo parte siempre de nuestra falta de comunión íntima con Dios en el Espíritu Santo,    y por no permanecer en la Palabra de nuestro Señor Jesucristo.

La Comunión de los Santos

Cuando entendemos que la iglesia es un organismo (un cuerpo vivo),     entonces nos es más fácil comprender que siempre está activo (eso debiera al menos ser así).     Entonces tú debieras ser parte de esta constante actividad,     donde lo más importante es la comunión entre los distintos miembros del cuerpo.     Esto fue lo que tanto nos insistió nuestro Señor Jesucristo por medio de sus enseñanzas de amarnos los unos a los otros.      ¿Por qué?     Porque nuestro Dios es un Dios Trino,   Padre,   Hijo y Espíritu Santo.     Ellos tienen una comunión sublimemente perfecta e inseparable e indivisible.    Por esta razón Dios creo al hombre en primer lugar,     para compartir el gozo de esta perfecta y sublime comunión,   y es por eso que Jesús en su oración excelsa rogaba al Padre que nosotros los cristianos seamos uno entre nosotros,   como Él y el Padre son uno (Jn 17).

Si te pones a pensar entonces en cuantas variantes hay en lo que a comunión se refiere,   podrás comprender,    cuán importante es tu participación,    y cuan lamentable es tu falta en ella.     Dicho de otra manera,    si tú no estás participando de la comunión con los santos,     estás rechazando el amor del Padre y de Jesucristo,   que se da en medio de esta comunión de amor fraternal (no estás guardando uno de los mandamientos más importantes;   por consecuencia no estás amando realmente al Señor Jesucristo).    ¿Te fijas las implicancias que esto trae?     No es menor el no estar en comunión con los santos,    a más que sea una situación puntual,   como en el caso de los misioneros en lugares remotos,    de una persona postrada,     por razones de trabajo en lugares aislados,   etc.      Pero sin embargo,    esas situaciones extraordinarias,     también pueden ser muy beneficiosas para tu relación-comunión personal con Dios,   y debieras aprovecharlas en toda su magnitud.

Volviendo a lo que dice la Palabra respecto,    a que es el Espíritu Santo el que reparte los dones y establece las funciones dentro del cuerpo de Cristo,     será necesario que tú estés muy atento mientras estés participando dentro del cuerpo de Cristo.     Puede ser que por un tiempo seas llamado a servir en la comunión de los estudios bíblicos,    y en otro tiempo a servir en la comunión de la visitación a las cárceles y enfermos.     Lo importante no es que tu decidas en que participar,   sino de estar dispuesto y disponible,    buscando en oración y atento a lo que se va dando,    mientras estás involucrado en la comunión con los santos.    Mientras más involucrado estés,     mientras más estés buscando en el Espíritu,     tanto más te usará el Señor para que seas un siervo (esclavo de Cristo),   que funciones dentro del cuerpo (la iglesia),   para que Él sea glorificado por medio de la comunión integral.


ESTO CONTINUARÁ PRONTO…

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