viernes, 16 de enero de 2009

A la manera de Dios

“Ser como Dios quiere que seamos”

Introducción

Amada Iglesia, amados hermanos y hermanas. Como todos bien saben, la iglesia de Dios está bajo ataque, bajo un ataque implacable. Lo ha estado y lo seguirá estando siempre. Las puertas del Hades se han levantado y cada vez con mas furia, pero gracias a Dios que no prevalecerán.

Esto no nos debe confundir. No nos debemos confiar en que Dios se encargará de hacerlo todo. Es cierto que nosotros no podremos por nuestros propios medios hacer nada. Sólo en la medida que nos sometamos enteramente al señorío de Jesucristo, tendremos una oportunidad.

La Iglesia hoy se encuentra frente a un desafío. Hemos sufrido una crisis, pero esto se convierte ahora en una oportunidad. Esta oportunidad no la podemos menospreciar. No la podemos desatender.

Pero antes de aprovechar esta oportunidad, debemos examinarnos como lo dice la palabra, para ver si estamos en la fe.

Debemos hacer una mirada hacia el pasado, y reconocer que hemos cometido varios errores. Que hemos pecado primeramente contra Dios, que hemos sido necios y hemos actuado soberbiamente, creyendo que éramos ricos, que sabíamos lo que estábamos haciendo, que teníamos doctrina y estábamos en la voluntad del Padre.

Pero los resultados dicen otra cosa. La oportunidad que se nos presenta ahora, es la del arrepentimiento. No un arrepentimiento superficial, como muchas veces hacemos, sino un arrepentimiento como Dios nos manda en su palabra. Con frutos de arrepentimiento. Volvernos a Dios verdaderamente. Dejando de lado nuestras opiniones, nuestros planes, nuestra manera de hacer las cosas. Abandonando nuestra capacidad humana de analizar y juzgar, dejando de creer que seremos capaces de resolver esta crisis.

Si no nos arrepentimos de nuestro pecado, que como iglesia hemos cometido, estaremos actuando tal como la Iglesia de Laodicea, ahí en el capítulo 3 de Ap.

Por esto, les exhorto a que nos volvamos enteramente y solamente a Dios para que sea Él el que nos lleve a su manera por el camino que Él tiene preparado para nosotros.

Pero no se trata de una nueva actividad. No se trata de un nuevo programa o discipulado. No se trata de que oremos mas, o que leamos mas la Biblia.

Se trata de hacer un cambio radical. Que comencemos desde las cenizas y el cilicio. Como David. Despojándonos primeramente de nuestro falso orgullo y sabiduría, de nuestra soberbia de creer que sabemos lo estamos haciendo, cuando el fruto nos muestra otra cosa.

Aquí no hay recetas ni planes ni programas, no hay metodologías ni procedimientos. Sólo la Palabra de Dios.

Mientras no comprendamos eso, seguiremos creyendo que somos ricos, y un día el Señor nos vomitará de su boca.

La pregunta entonces es ¿Qué hacemos?

Como lo mencioné, comencemos por arrepentirnos, reconociendo cada uno los pecados que cada uno ha cometido en el pasado, pidiéndole perdón a nuestro Padre celestial, haciendo los cambios y ajustes necesarios.

Dios tenga misericordia de nosotros.

Pero si esto no va acompañado de nuestro compromiso, será nuevamente un fracaso como ya lo vivimos en el pasado.

Para entender lo que realmente significa ser un cristiano como Dios quiere que seamos, podemos aprender de lo que Pablo le sugiere a Timoteo.

Este sermón se divide en dos partes, donde la primera parte nos llevará a entender el como ser, y la segunda porque debe ser así.

1ª Parte

2ª Timoteo 3 - 6

3 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.
4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.
5 Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.
6 El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.

Este texto parece lógico y simple de entender. Todos lo hemos leído y repetido.

Pero veámoslo un poco mas de cerca.

vv. 3 Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.

“…sufre penalidades”

El Espíritu Santo usando al apóstol Pablo con toda la experiencia de vida que él tenía encima, comienza aclarando algo que tratamos de evitar como a las plagas.

Sufrir, por si sólo, ya es algo que nadie quiere experimentar. Pero sufrir y mas encima penalidades, mucho menos. Nadie quiere esto.

Pero por mucho que tratemos de ignorar este mandato, deberemos admitirlo e internalizarlo. Por lo tanto prepárese emocional y sicológicamente, porque tendremos que sufrir penalidades, si queremos ser como Dios quiere que seamos, buenos soldados de Jesucristo.

El Señor nunca prometió bienestar, placer, deleites, prosperidad o un camino pavimentado de color de rosa. Muy por el contrario, y esto lo vemos en todos los que verdaderamente le han seguido, desde los apóstoles en adelante.

vv. 4 Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado.

“…enredarnos en los negocios de la vida,” Este es otro tema con el cual luchamos a diario. Por naturaleza se podría decir que nos encanta enredarnos en los negocios de la vida.

Debemos entender por vida aqui (griego BIOS), sustento, bienes, posesiones, medios de vida. Estamos tan afanados con los negocios de esta vida, que por lo tanto no agradamos a Aquel que nos ha librado de la muerte.

Estamos tan involucrados en nuestro sustento, en mantener “nuestros” bienes, en cuidar nuestras posesiones, que no agradamos a nuestro Señor Jesucristo, quién murió y bebió la copa de la ira de Dios por nosotros.

Por lo tanto hagamos un cambio radical y comencemos sistemáticamente a hacer cambios en nuestro actuar, para que un día realmente busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia.

Entonces, NO TE ENREDES no te involucres, no te envuelvas al punto que no te puedas soltar y te veas atado a lo que Dios prometió que te iba a dar por añadidura.

vv. 5 Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente.

Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo usa el ejemplo del atleta. Luchar como un atleta. Esto también nos deja expuestos y nos confronta con una realidad que nos es precisamente agradable.

Estoy seguro que entre nosotros hay algunos que en algún momento fuero atletas o deportistas, y saben muy bien lo que significa luchar, sacrificarse, dejar de lado todo para entrenar, cuidar la alimentación, dormir las horas necesarias. Un costo muy alto.

Por lo tanto debemos comenzar a hacer los ajustes en nuestra vida cristiana, para hacernos semejantes a los deportistas en cuanto a la lucha, dedicación y sacrificio.

Pero el texto añade algo que complica aun mas este tema. No sólo debemos luchar, sino que además lo debemos hacer legítimamente, conforme a las reglas. ¿Cuáles reglas? ¿Qué reglas debemos seguir? Como lo dijo nuestro Señor Jesucristo:

“…si vosotros permanecéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos,”

Las reglas están claramente escritas en la Palabra de Dios. Sólo si permanecemos en ella, la Palabra, conoceremos las reglas y podremos luchar legítimamente, y seremos coronados.

vv. 6 El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero.

Y para que todos entendamos, Pablo también emplea el ejemplo del labrador, trabajador. Esto puede parecer mas facil de entender, pero sin embargo se nos olvida igual de fácilmente cuando se trata de la vida cristiana.

Debemos trabajar primeramente. Primero trabajar, pero no en los negocios de la vida, sino que en los negocios de nuestro Padre. Es aquí donde la mayoría se queda corta. Cada uno sabe cuanto esta trabajando, sirviendo en las cosas de Dios. Cuanto esta Ud. trabajando en la Iglesia donde por misericordia y gracia Dios le ha puesto. Ud. sabe muy bien que no esta haciendo ni la mitad de lo que esta haciendo allá afuera.

Trabajar primero para que podamos participar del fruto. Hermanos, hermanas, comiencen a hacer entonces los cambios necesarios en cuanto al trabajo que hacen aquí en su Iglesia. Esto no es algo que podemos tomar a la ligera.

Dios nos enseña por medio de estos tres ejemplos ser cristianos de verdad, y nos hace un llamado a hacer serios ajustes en nuestras vidas hoy; y los tres ejemplos tiene en común el

Esfuerzo, luchar,
Dedicación, estar dispuestos y disponibles,
Prioridad, que sea mas importante y primero el trabajo como siervos,
Compromiso, ser consecuentes.

Estas actitudes las conocemos muy bien, ya que las practicamos muchas veces en nuestras vidas, pero lamentablemente no en cuanto a la vida cristiana. Dios quiere que seamos como un deportista, como un soldado, como un trabajador, pero para Él. Quiere que nos dediquemos en forma comprometida, entendiendo que es nuestra prioridad el permanecer en su Palabra. Dios quiere que nos comprometamos de corazón a servir a nuestros hermanos, y proclamar su evangelio.

Iglesia amada, no es por nosotros que Dios hace todo lo que hace, sino por su santo nombre, que hemos profanado mucha veces, como dice en Ezequiel 36:22. Tenemos que entender que no se trata de nosotros. Se trata de Dios, solamente de Dios. Por eso nuestro Señor dejó bien en claro cuando dijo:

“Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia,…”

Todo esto tiene una razón, que veremos ahora en la segunda parte.

2ª Parte

Hebreos 2 : 1 “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.”

Este texto, tiene sugerencias y advertencias, que mas nos vale entender y practicar. En general este libro contiene varios llamados a poner atención, para que no nos engañemos a nosotros mismos, creyendo que estamos bien,. Y que todo saldrá bien.

“…con mas diligencia atendamos a las cosas que hemos oído,”

¿Qué cosas hemos oído? ¿A qué debemos poner atención diligentemente? No a las cosas que oímos a diario allá afuera, sino a las cosas de Dios, a lo que leemos en su Palabra, lo que es predicado de su Palabra, lo que el Señor nos presenta en la oración intima y privada.

Hermano y hermanas, pongan atención, pero no superficialmente, sino con diligencia, prontitud, dedicación, concentración. No sólo escuchar lo que Dios nos dice, mas bien sumergirse hasta que lo que escuchamos se convierta en una realidad en nuestras vidas.

Y lo anterior, “…para que no nos deslicemos”, para que no seamos arrastrados por corrientes de este mundo. Esta es una seria advertencia, que no debemos desatender. Este deslizarnos, no es algo que ocurre rara vez. Al contrario, estamos tan expuestos, por nuestra falta de atender con diligencia a las cosas que hemos oido, que nos estamos deslizando constantemente, llevados por doquier por falsas doctrinas, filosofías, seducidos por nuestras concupiscencias (lascivias, lujurias, intemperancia).

Por esto es tan necesario que hagamos serios ajustes en nuestras vidas, cambios radicales como lo vimos en la primera parte. Que luchemos legítimamente, no nos enredemos en las cosas de la vida y trabajemos en las cosas del reino primeramente.

Que nos arrepintamos, dando un giro completo en nuestro caminar como cristianos, comprometiéndonos de verdad, permaneciendo en la Palabra, para que seamos como Dios quiere que seamos, verdaderos discípulos suyos.
Conclusión
Iglesia amada. Esto lo digo de todo corazón. Aún cuando no les conozco a todos. Lo digo sinceramente, porque es aquí donde nací de nuevo. Esta fue la casa a la que me llamó el Señor. La amo tanto que es por eso que los exhorto y reprendo en amor a que se vuelvan a Dios en arrepentimiento, para que así nuestro glorioso Padre celestial, el único con poder y gloria, nos vuelva a encaminar, nos levante nuevamente para que su santo nombre sea glorificado.

No olviden lo que dijo el Señor a las Iglesias, y pongan atención diligentemente, para que no se deslicen y reciban como dice en Heb. 2:2 “…justa retribución por vuestra desobediencia”, en otras palabras, sean castigados.

Como dijo el Señor a las Iglesias, al final de cada uno de los mensajes, “…al que venciere”, Esto es tremendo. Hermanos, hermanas, sólo al que venciere (griego: NIKÁO) que llegue a la meta, que obtenga victoria, sólo aquellos recibirán lo prometido, la corona que nos esta preparada, y todo lo que leemos en el capítulo 3 de Apocalipsis.

Para vencer debemos hacer lo que Dios nos dijo por medio de Pablo en 2ª de Timoteo y en el resto de su bendita Palabra. Luchar legítimamente, pongan atención, luchar legítimamente (cumpliendo con todas las reglas), según lo que hemos oído y a lo que hemos atendido con diligencia, no enredándonos en las cosas de la vida, sirviendo al Señor con diligencia y prontitud.

Los que no vencieren, se lamentarán en aquel día cuando el Señor les declare:

“…Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.”

No es cosa fácil a lo que fuimos llamados. No fuimos invitados por misericordia a ser adoptados por Dios, para que lo pasemos bien aquí en la tierra. Fuimos rescatados por la gracia sublime que emana de su Majestad que esta sentado en el trono celestial, para que luchemos como soldados que están dispuestos a sufrir penalidades, están dispuestos a sacrificarse, presentando nuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo ante el Señor, ser siervos que trabajan arduamente en la Iglesia y en la viña del Señor, no enredándonos mas en las cosas que a nosotros nos causan placer, preocupándonos de nuestros juguetes y posesiones.

Fuera con todo eso y humillémonos delante de nuestro Rey Señor y Dios, siendo consecuentes con todo lo que cantamos y oramos. Es hora de arrepentirnos y volvernos a nuestro Dios, que con tanta paciencia nos a soportado todas nuestras trasgresiones e iniquidades.

Hoy podemos comenzar de nuevo, y ser la Iglesia que Dios quiere que seamos.

Aleluya, Amén.

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