martes, 22 de junio de 2010

2ª Parte "La decisión más importante"

La decisión más importante

2ª Parte
Las Puertas

Ahora veamos como debemos entrar y por donde. Para esto el Señor usó el ejemplo de dos puertas. Una estrecha, y la otra ancha. Dos puertas muy diferentes.

En el versículo 13, Jesús comienza diciendo “ENTRAD”. Ese es un mandamiento. Tenemos que entrar. Es algo que tenemos que proponernos y hacerlo. A continuación dice que debemos entrar por la puerta estrecha. Esta es la primera instrucción – mandamiento que el Señor nos da a este punto, cuando ha llegado al clímax del sermón que acababa de exponer.

Entrad por le puerta estrecha. Está escrito en el presente. Eso significa que lo debemos hacer ahora. Este es el tiempo. No lo debemos posponer. Si realmente hemos creído y no hemos arrepentido, entonces debemos entrar ahora.

Considerando que Jesús había explicado claramente en el sermón que debíamos hacer severas reducciones en nuestras vidas, en todas las áreas de la vida, siendo muy específico en varios casos, ahora nos presenta esta puerta estrecha. La pregunta entonces es, ¿cómo lograremos entrar?

Para poder entrar por esta puerta estrecha tenemos que entrar bajo ciertas condiciones, como se explica en las Escrituras.

1.- Primero tenemos que entrar humillados y no justificados. ¿Qué significa esto? Que tenemos que reconocer delante de Dios que hemos pecado contra Él y todo lo que Él es. Tenemos que arrepentirnos y volvernos de nuestros malos caminos, tal como lo dijo Pedro en ambas prédicas que sostuvo después de Pentecostés como leemos en Hch 3:19 “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados;” ya que sólo con los humildes y quebrantados de corazón tratará el Señor nuestro Dios como lo dice en Isa 57:15 “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”

Como dijo Charles Spurgeon: “Tu y tus pecados se tiene que separar o tú y tu Dios nunca se unirán”.

Este será el primer requisito tal como lo dice Jesús en el comienzo de su sermón, “Bienaventurados los pobres en espíritu”.

2.- Segundo, tenemos que entrar por esta puerta específica. Esto no es muy difícil de entender, ya que el Señor Jesucristo mismo dijo en Jn. 10:7 “…De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.” Esa es una afirmación que no da espacio para discusión. De hecho el Señor afirmó, “De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.” Creo que es lo suficientemente claro.

Para el mundo esto parece demasiado discriminador. Muchos argumentan que somos exclusivistas, que nos consideramos superiores, casi una secta. Lo que no están entendiendo, y tenemos que explicarlo, es que no predicamos esto porque se nos da la gana, o porque nos gusta así, sino porque así está escrito, así lo dijo Jesucristo, así lo estableció Dios en su Palabra. Juan 14:6, “…nadie viene al Padre si no es por mí”; Hch. 4:12, “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” refiriéndose a Jesús. En 1ª Tim. 2:5, “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,” y así muchos otros.

Hay una sola puerta que lleva al camino de la salvación y vida eterna, y es Jesucristo. Punto.

Entonces, 1º tenemos que entrar humillados y arrepentidos, y 2º por una puerta específica.

3.- Tenemos que entrar solos. Al reino de los cielos entramos solos. Por eso el Señor cuando se refiere a esta puerta estrecha, se está refiriendo a que es lo suficientemente estrecha, para que sólo pueda entrar una persona a la vez.

Imagínese esas puertas de palanca giratoria del metro, donde sólo podemos pasar uno a la vez. ¿Pero por qué solos? Porque la salvación es algo totalmente personal. Como lo dice el Señor mismo, cuando afirma, “…para todo aquel que en él cree” (Jn. 3:16), no dice para ‘todos aquellos’ que en él creen. Lo mismo con todas las enseñanzas respecto a ser digno de ser su discípulo, cuando dice, “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” Lc.14:33.

Nadie puede hacer nada por el prójimo. Nadie puede incluir a otro en la salvación. Como lo vimos en el primer punto, yo me tengo que humillar delante del Señor, yo me tengo que arrepentir, yo tengo que reconocer mis pecados que he cometido contra Dios. Eso no lo puede hacer nadie por mí. Yo tengo que entrar por la puerta estrecha.

Si bien es cierto que tenemos muchos relatos donde muchos se convierten al mismo tiempo, sin embargo el llamado es personal. La evangelización es generalmente frente a muchos, sin embargo el Espíritu Santo redarguye de pecado a cada persona en particular.

¿Por qué enfatizar tanto en esto de que tenemos que entrar solos? Porque estamos acostumbrados a hacer las cosas en grupos, y muchos creen porque son parte de una iglesia, son salvos. O porque nacieron en una iglesia, o porque se bautizaron en un grupo, o porque pertenecen al coro de la iglesia, etc.

Por lo tanto, 1º sólo entraremos humillados y arrepentidos, 2º sólo por esta puerta específica y 3º solos.

4.- Tenemos que entrar con gran dificultad. Esto es lo que a la mayoría no les gusta, y es por eso que se han creado tantas religiones que meramente exigen algunas prácticas y obras personales para ser salvados o iluminados. Satanás conoce bien nuestra naturaleza humana, y como lo mencioné en la primera parte, él inventó muchas formas de adoración incluso el cristianismo nominal.

Pero la realidad es que tenemos que entrar con gran dificultad. Nadie entrará en el reino por casualidad o sin darse cuenta. Jesús inmediatamente en el comienzo del sermón nos dice que somos bienaventurados si sufrimos por causa de la justicia. Pero déjeme mostrarle otro versículo que el mismo Señor Jesucristo dijo, en Lucas 13:23-24, “Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.” Al final del vv.14 en Mateo, el Señor dice que son pocos los que hallan la puerta angosta, pero aquí en Lc., es muchísimo mas drástico cuando dice: “…porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.” No podrán.

Esto nos dice que será tan difícil, que muchos, por mucho que lo quieran, lo deseen, no podrán siquiera entrar. ¿Por qué serán pocos los que la hallen (la puerta angosta)? Porque la mayoría busca por un ratito, y si no la encuentran altiro, entonces simplemente se quedan con lo que ya tienen o ya creen. Solo encontraremos si buscamos fervientemente, desesperadamente. Por eso el Señor enfatizó tanto cuando dijo que busquemos primeramente el reino y su justicia. Es nuestra máxima prioridad. No hay nada más importante.

Por eso si vamos al griego, vemos que esforzarse viene de agonizomai de donde también viene agonizar, y luchar en forma agonizante, sin descansar, sin detenerse, tal como lo emplea Pablo al enseñara a Timoteo en 1ªTim. 6:12 y en 1ªCo. 9:25 cuando dice: “Todo aquel que lucha, de todo se abstiene…”

El reino es sólo para aquellos que están dispuestos a agonizar por entrar en él. Para todo aquel que esté dispuesto a perder su vida, que realmente se niegue a si mismo y viva crucificado, sólo para los que se humillan, tienen sed y hambre de justicia, para los que sufren cada vez que pecan, para los que ruegan incesantemente para que Dios cambie sus vidas, y mire lo que nos dice el Señor en Jn. 16:33, “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Nos asegura que tendremos aflicción, que sufriremos, pero que podemos confiar, tener seguridad, paz, porque Él venció. Aleluya. Gloria a Dios en las alturas.

Entonces hemos visto que 1º tenemos que humillarnos y arrepentirnos, 2º entrar por la única puerta, 3º entrar solos y 4º con gran dificultad.

5.- Tenemos que entrar desnudos. Ud. no puede entrar en una puerta con palanca giratoria con equipaje. Tiene que pasar con lo que tiene puesto. Pero al reino tenemos que entrar desnudos.

¿Qué me refiero con desnudos? ¿Qué lleva una persona que está desnuda? NADA. Con eso me refiero a que nos tendremos que despojar de todo. Incluso de nuestra propia vida.

Esta es la puerta de la total y mas absoluta auto-negación. Aquí es donde, como lo mencionamos antes, sufriremos en forma agonizante, porque nos tendremos que despojar de todo nuestro tan amado y querido equipaje, que nos ha tomado años en coleccionar, y que tanto regaloneamos, tanto necesitamos para ser felices o poder vivir en esta vida.

Hermano/a, tenemos que dejar nuestro equipaje, toda nuestra inmoralidad, nuestro orgullo y obstinación, abandonar todo nuestro egoísmo y soberbia, toda nuestra injusticia y auto-justificación, renunciar a nuestra idolatría y comodidad. En otras palabras, tendremos que despojarnos de nuestra carnalidad, de nuestra forma de pensar, de nuestros conceptos e idiosincrasias. Tendremos que nacer de nuevo, por lo cual, tendremos que morir. Es aquí donde generalmente se nos acaban las fuerzas. Esta exigencia sobrepasa nuestra disposición, pero el Señor lo dijo claramente: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.” Lc.14:33.

Hemos visto entonces 5 cosas que tendremos que hacer para poder entrar por la puerta angosta, estar humillados y arrepentidos, sólo por esta puerta, entrar solos, con mucha dificultad y desnudos.
6.- Y por último, tenemos que entrar totalmente rendidos a Cristo. Esto es el requisito que resume todos los anteriores. Sólo podremos encontrar la puerta si realmente creemos y le creemos a Cristo. Esto significa que estamos obedeciendo sus mandatos y estamos permaneciendo en su palabra. Si esto es real, nos habremos arrepentido de todos nuestros pecados de todo corazón, estaremos negándonos a nosotros mismos y con nuestra cruz al hombro estamos siguiendo a Jesús cada día.

Significa que hemos estudiado cuidadosamente sus mandamientos para, con su ayuda, tratar de ponerlos en práctica cada día. Estamos tratando de ser verdaderos cristianos, nacidos de nuevo, luchando incansablemente para poder entrar por la puerta angosta.

Esto significa que estamos renovando nuestro entendimiento, para ser transformados completamente, y llegar a ser un verdadero sacrificio vivo, santo y agradable para Dios.

Rendidos totalmente a Cristo es como lo dice Pablo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi” Es lo mismo que decir, ya no me importa mi vida, lo que pensaba, lo que me gustaba, lo que quería, no me importan los triunfos ni mis sueños, ni mis pasiones, ni los placeres. Sólo vivo para Él. Sólo Cristo, y Él sólo por fe. Amén.

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