sábado, 15 de octubre de 2011

La Respuesta Cristiana 1ª Parte

La respuesta Cristiana


El gran conflicto que todo cristiano tendrá que enfrentar cada día, será, en que forma responderá a las situaciones y pensamientos que se le presentarán en su vida.

Esta situación es donde realmente cada cristiano verdadero, podrá comprobar él mismo, su devoción a su Señor y Dios. Sabemos que el justo por fe vivirá. Por lo tanto podemos afirmar que la respuesta del cristiano a las situaciones y pensamientos de la vida debieran ser por fe. Eso debería ser así. Sin embargo esto no es tan sencillo. La razón básicamente es que siempre habrá una lucha entre el alma y el espíritu de cada cristiano.

Aunque el cristiano esté renovando su entendimiento (alma) mediante la lectura y estudio de la palabra de Jesucristo, estará siendo constantemente invadido por todo tipo de mensajes externos, explícitos e implícitos. El cristiano al estar en la carne (dentro de un cuerpo), por muy espiritual que sea, estará luchando con la información que recibe de su medio ambiente, la cual tendrá efectos de confusión sobre su alma, que es, por un lado la que está contaminada e infectada por el pecado (concupiscencias), y por otro, la que está siendo renovada con la verdad que encontramos en la palabra del Señor Jesucristo.

Por esto es tan necesario, que nuestra alma sea quebrantada, para que podamos ser fieles esclavos de Cristo, en vez de serlo del pecado. Al quebrantar al alma, ésta, que es la que fue contaminada con la mentira, los engaños, con los deseos de los ojos y los deseos de la carne y la vanagloria de la vida, podrá comenzar a escuchar a nuestro espíritu que está en comunión con el Espíritu Santo de Dios.

Por otro lado, el cristiano tiene que luchar con sus emociones y sentimientos. Estos son muy poderosos, ya que en conjunto con su alma (aún contaminada), son muy fuertes y llevarán al cristiano a ser seducido tal como lo dice Stgo. 1:14.



Relación vital

Para poder hacer frente a esta seducción que sufrimos los verdaderos seguidores de Jesucristo, nos son necesarias dos cosas. Primero nos es necesario tener una estrecha relación de amor con nuestro Señor y Dios, Jesucristo el Cordero de Gloria.

Esta relación de amor sólo es posible si tú le amas de verdad. Amar a Jesucristo no es algo que va nacer de ti, como el amor que puedes tener por un perrito, por tu novia, por tu familia u otra cosa del mundo. El verdadero amor por Jesucristo nacerá de ti cuando tú le conozcas integralmente, y lo demostrarás por medio de tu obediencia incondicional a sus mandamientos. Esto a su vez sólo será posible si conoces sus mandamientos, y estos sólo los conocerás si permaneces en su palabra. Por lo tanto para que puedas conocer sus mandamientos, será necesario que permanezcas en su palabra constantemente, y así volvemos a lo que mencioné anteriormente, tu entendimiento será renovado, en otras palabras tu alma será quebrantada, y tú serás transformado.



La Motivación

Segundo es necesario que comprendamos nuestra naturaleza humana, de la cual no nos podemos zafar mientras vivamos en esta tierra. El Nuevo Testamento nos es tremendamente útil, ya que está lleno de aclaraciones con respecto a nuestra naturaleza pecaminosa. Para que decir el Antiguo Testamento. Ahí podemos ver el testimonio de un pueblo elegido con pinzas, al cual Dios le demostró todo su poder y que respondió una y otra vez en desobediencia y rebeldía. Tal como lo hacemos todos nosotros cada día. Eso a ti no te gusta escucharlo, pero sabes en lo profundo de tu corazón que es una realidad. Necesitamos comprender esta naturaleza humana, para poder entender que es lo que nos motiva desde nuestro interior a hacer, pensar y decir las cosas que expresamos; como para saber en que áreas debemos trabajar más.

Para que tú puedas amar en obediencia al Señor Jesucristo (que es vivir por fe), tienes que ser movido, motivado por algo. Esto es lo que comúnmente llamamos la razón por la cual se hace algo. Todo ser humano normal hará algo por alguna razón (aunque ésta sea lo más absurda). Esto porque somos seres racionales, que pensamos (aunque a veces dejamos mucho que desear). Al menos eso debiera ser así. Si alguien hace lago sin ninguna razón, lo consideramos extraño, por decir lo menos. ¿Pero qué cosa nos pudiese motivar tanto como para ser obedientes al Señor? No lo va a ser el legalismo de una ley. Tampoco nos motivará obedecer a Jesús, la obligación o el deber, como en el caso de los militares y deportistas que Pablo usa mucho en sus cartas, y que sin embargo son un excelente ejemplo de esfuerzo y sumisión. Ni siquiera nos motivará el amor que él tuvo y tiene por nosotros. La muerte en la cruz tampoco, y las promesas para la vida aquí en la tierra, y la vida eterna en la gloriosa presencia de su majestad, tampoco nos motivará. Esto es una terrible realidad.

Estamos tan cauterizados por los placeres y deleites de este mundo, placeres inmediatos y tangibles, deleites que estimulan todos nuestros sentidos y emociones, que nada en la palabra de Dios nos causará suficiente asombro. Por eso la mayoría de los que dicen ser verdaderos cristianos (me refiero a seguidores de Jesucristo que le creen y no sólo creen en el Señor nuestro Dios), no entienden cuando Pablo escribe con ruego del Espíritu Santo ahí en el cap. 12:1 de romanos, “…os ruego por las misericordias de Dios,”. El Señor nos quiere motivar a que presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo y santo, motivándonos que lo hagamos por todas las misericordias que Él ha tenido con nosotros, y que están tan perfectamente descritas en los 11 cap. anteriores de aquel incomparable libro de romanos.

Sin embargo todo lo que leemos en esos 11 capítulos no nos impresiona, y por eso no entendemos eso de las misericordias. De hecho son pocos los que realmente entienden que es eso de la misericordia de Dios. Eso, porque como seres humanos nos creemos buenos y justos, creemos que nos merecemos muchas cosas. Que las tan nombradas misericordias de Dios no son mas que bendiciones que damos por sentado que nos merecemos, porque somos buenos y vamos a la iglesia, y oramos cuando vamos a comer, y leemos la Biblia una vez a las quinientas, y damos gracias por lo bueno que nos pasa (porque de lo malo nos quejamos). Nuestra autoestima “cristiana”, nos tiene tan convencidos de que es lógico que seamos bendecidos, que no somos capaces de caer de rodillas en arrepentimiento y humillación delante de aquel que nos hace partícipe de su gloria infinita.



Sublime Gloria de Dios

Este tema, la gloria que Dios comparte con nosotros, es necesario aprenderlo en toda su profundidad. Sólo cuando esto se aclare completamente en ti, serás verdaderamente capaz de ser ese verdadero adorador que el Padre busca que le adore en espíritu y en verdad. Sólo entonces se producirá un cambio tan radical en ti que tendrás una motivación tan potente, que ni siquiera tendrás que pensar para estar adorando en obediencia al Señor Jesucristo. Nacerá de ti como una fuente de agua viva. Pero tendrás que abrir tus ojos espirituales y buscar desesperadamente por ese Dios que está frente a ti, y que todavía no te deslumbra como debiera ser. Por eso el Señor Jesucristo dijo que debemos buscar primeramente el reino de Dios y su justicia. Otro tema que necesitamos profundizar y estudiar muchísimo más.

Tu mente (alma), está tan contaminada, está tan absorbida en todo lo que te rodea, que no puede dejar de maravillarse con las cosas del mundo. Tu espíritu por otra parte, está tan oprimido por tu alma, que no tiene ninguna chance de poder expresar su adoración verdadera. Esta situación tiene que ser revertida. Para esto sólo hay una manera de hacerlo, y está escrito en Ro. 12:2. No hay ninguna otra forma de ser transformados. Tú dirás, el Señor es el que nos regenera y hace nuevas criaturas. Cierto. Pero también somos llamados a ser partícipes en esta transformación. Es cierto que Dios pone un nuevo corazón dentro de nosotros, pero no renueva nuestras almas. Pone su Espíritu en nosotros, pero no nos obliga a pensar como lo hace él.

Por eso se nos dejaron las Escrituras, y el Señor Jesucristo fue lo suficientemente claro, cuando dijo que sólo si permanecemos en su palabra, seremos verdaderamente sus discípulos, y solo así conoceremos la verdad, la cual nos hará libres. Esta libertad es clave para poder llegar a ser verdaderos adoradores en espíritu y en verdad. También leemos en otra parte que toda Escritura es suficiente para hacer perfecto a todo hombre. Hacerlo perfecto en las cosas de Dios, para que le pueda obedecer y adorar con todo su ser.



La Verdad

Entonces, ¿qué es lo que tiene que suceder en ti? Tiene que ser iluminada tu alma con la verdad. Es interesante lo que dijo Jesús a Pilato, “…para esto he nacido y he venido, para dar testimonio a la verdad”. Cuando esta verdad es absorbida por tu alma, ésta es quebrantada a tal punto, que le permite (a tu alma), doblegarse ante tu espíritu, sometiéndose gozosamente para llevarte a responder como Dios lo desea de ti. ¿Pero qué verdad es tan poderosa para quebrantar tu alma tan corrompida? La verdad que está en toda la Escritura. Cada vez que lees la Biblia, tu mente está siendo renovada, que en oras palabras es lo mismo que quebrantar tu alma.

Sin embargo, dado nuestro entorno y todo lo que nos invade y seduce, nuestra lectura no es lo suficientemente impregnadora, como para lograr un quebrantamiento lo suficientemente efectivo, para que se produzca esta motivación que es tan necesaria para que te conviertas en un verdadero adorador que responde en obediencia gozosa y deseosa a los mandamientos del Señor. En otras palabras siempre estarás cojeando y tropezando, continuamente te resbalaras y sentirás decepcionado de tu respuesta al Señor. Estarás obedeciendo por cumplir, por ser moralmente correcto, por una motivación de aceptación y no por el gozo de haber sido hecho hijo de Dios.

Por lo tanto, es necesario que tu lectura sea potenciada. Me refiero a que lo que estás leyendo en la Biblia, tiene que ser entendido e internalizado por tu mente (alma). Esto es algo que no funciona tan simplemente con leer diariamente la Biblia o hacer un devocional de 15 minutos y alguna oración esporádica. A través de toda la palabra podemos aprender, que debemos estar siempre con nuestra mente y corazón buscando al Señor. Este ejercicio es el que hoy en día se ve profundamente menoscabado. Esto porque estamos viviendo tiempos extremadamente presionados. Paradójicamente, vivimos en una era donde hay muchísimas más comodidades, todo tipo de facilitadores para hacer las tareas diarias, transportes de todo tipo, comunicaciones ilimitadas, pero sin embargo estamos cada vez más atados y estresados. Buscamos ser libres por medio de todo tipo de tecnología y bienestar, para concluir que nos falta tiempo para poder ser libres. Todos estos productos, juegos, bienestares, comodidades, diversiones y entretenimientos, no son mas que una red que el diablo nos ha enseñado a fabricar, para que estemos atados por nuestras propias concupiscencias. Recuerda que el diablo va a promover todo lo posible para que seamos lo más ignorante posible de la palabra de Dios.



A solas con Dios

Entonces, para poder salir de esta vorágine, esta demanda que el mundo nos pone por delante, tendremos que esforzarnos agonizantemente por entrar por la puerta angosta. Tendremos que ser valientes y esforzarnos. Tendremos que luchar la buena batalla. Tendremos que buscar desesperadamente a Dios en todo momento, tal como lo hizo Jesús mismo. No podemos pretender ser cristianos a la manera nuestra. Eso es algo que tienes que entender. Tú no sabes como ser un cristiano. Tú no tienes la mas mínima idea de lo que es ser un verdadero cristiano, hasta que no te hayas sumergido en las Escrituras (especialmente el Nuevo Testamento), y te apartes para estar solo/a con Dios.

Una de las cosas que se ha ido perdiendo por los verdaderos cristianos, es estar solos con Dios. Esto es tan fundamental, que no se puede reemplazar con devocionales, estudios de discipulados varios, retiros de iglesia, vigilias, seminarios o congresos. Todo lo anterior puede ser de beneficio, sólo si tú comienzas a pasar más tiempo a solas con Dios. Cuando tu relación íntima con Dios se haya fortalecido, y tu hambre por Él haya aumentado de tal manera, que tu deseo por Dios sea tan fuerte, entonces te será muy fácil saber que hacer y tu discernimiento espiritual será claro. Tú ya no serás seducido por las distracciones dentro de la iglesia. Podrás reconocer quién es y quién no es de Dios. Sabrás cuando alguien está predicando o enseñando la verdad o simplemente un tema de actualidad. Tu alma estará sometida a tu espíritu, que es el que está en comunión con el Espíritu de verdad, el Espíritu de Dios, y tu discernimiento irá aumentando. A esto es lo que Pablo se refiere como madurez espiritual.



El Descubrimiento más Extraordinario

Pero eso no es todo. Cuando tu comiences a tener una relación tan íntima con Dios, estando a solas con Él, buscándole primeramente, comenzarás a tener una comunicación con el Espíritu Santo tan exquisita (y no me refiero a una experiencia extrasensorial o audible o electrificante), que se abrirán tus ojos espirituales y podrás leer la palabra de Dios de otra manera. En otras palabras, tu espíritu será alimentado con el poder de la verdad, y tu alma comenzará a comprender cosas que estaban ocultas por todo el engaño con el cual estaba contaminada.

Es así que comenzarás a ser verdaderamente libre de las ataduras de este mundo, del cual no debemos ser amigos, y como lo dice Juan, ni siquiera debemos amar. Experimentarás una libertad de todos tus perjuicios, de tu forma de racionalizar tus argumentos, serás libre de tus deseos y sueños, de tu esclavitud del pecado, de tus traumas y frustraciones. Comenzarás a experimentar una certeza y seguridad en Cristo, que finalmente te llevará a vivir por fe. La verdadera fe. Esa que se vive en obediencia a sus mandamientos, poniendo por obras lo que vas aprendiendo, sin importarte lo digan los demás, aunque te cueste perderlo todo. De hecho, tú vas a querer perderlo todo por Cristo. Tu vida ya no te importará, y podrás entender en plenitud lo que Pablo dijo, “…ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.” Gloria a Dios. Sí, entonces sabrás verdaderamente lo que es decir gloria a Dios.

Pero lo más extraordinario de esto de tener una relación íntima con Dios por medio de estar solos con Él, es que comenzarás a conocerle cada vez más. Esto se va a traducir en una comprensión que no es fácil de explicar, pero que te llevará a deleitarte en el deleite que Dios tiene en si mismo. Se abrirán tus sentidos espirituales, y entenderás lo que Jesús quiso decir con, “…para que mi gozo esté en vosotros y vuestro gozo sea cumplido.” Cuando esto se convierte en una realidad en ti, tu vida se convierte en una entrega absoluta y sin límites. Y lo mejor es que cuando esto es así, tu comienzas a desprenderte de todo aquello que tu mismo/a has ido acumulando en tu vida, de todo el engaño del mundo y de los hombres. Te irás desprendiendo de tu dependencia de ti mismo y del mundo y de todas esas cosas que te producían tanta seguridad, para comenzar a depender sólo y únicamente del Señor.

Es entonces cuando podrás comprobar que, lo que dijo el Señor con aquellas memorables palabras de la profecía de Isaías, se están haciendo realidad en tu vida, cuando el afirmó ante esa audiencia incrédula y soberbia, “…El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos;” Tu vida irá aumentando en gozo y paz exponencialmente, y te irás santificando a ti mismo cada vez más, sin tener que buscar por alguna motivación especial. El Espíritu de Dios que está en ti, que no es otra cosa que el gozo mismo que Dios tiene en si mismo, irá expandiéndose dentro de ti, llevándote a tener un deleite y felicidad que ni las peores circunstancias puede derribar. Eso fue lo que le sucedió a Esteban cuando lo estaban apedreando. Fue lo que le sucedió a todos los mártires de la historia pasada y de los que hoy están siendo torturados y ultrajados.

Toda tu perspectiva cambiará, y sin el mayor esfuerzo te irás conformando sólo a la palabra de Dios. Seguirás en la lucha espiritual, y tendrás aflicciones; incluso serás disciplinado por nuestro Padre que está en los cielos, pero tu disposición y actitud ante la vida habrá cambiado. Ya no vivirás para ti, sino que estarás sumido en esta relación de amor con Dios, por lo que Él es, y por lo que Él hace.



Continua en la segunda parte

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