sábado, 15 de octubre de 2011

La Respuesta Cristiana 2ª Parte

La Palabra de Jesucristo


Para que esta relación de amor con Dios se complete, tiene que haber una dedicación a la palabra también. Recuerda que todo se complementa. No puedo estar con Dios sin escuchar su voz; sin ser instruido por Él. Si tú comienzas a estar a solas con Dios, comenzarás a establecer una comunicación mucho más profunda. Esta comunicación será principalmente por medio de su palabra, ya que es la voz de Dios. Comenzarás a detenerte y a meditar en ella. Lo que vayas leyendo no será sólo palabra o enseñanzas interesantes y diferentes, sino que es un manantial que se convertirán en un deseo de obedecer, porque tu espíritu entenderá lo que el Espíritu Santo le esté ensañando. Tu alma se irá sometiendo gozosamente a estos preceptos que iras descubriendo.

Entones se cumplirá lo que dijo el Señor Jesucristo. Tú permanecerás en la palabra, convirtiéndote así en un verdadero discípulo, conociendo así su verdad la cual te hará libre. Serás libre, sobre todo para elegir el bien sobre el mal, la vida por sobre la muerte. No cuestionarás más si lo que dicen las Escrituras está en relación con lo que sucede en tu derredor o como se están haciendo las cosas hoy en día. Te comenzarás a dar cuenta de lo errado que está el mundo, y no sólo el mundo, sino la iglesia de Dios también. Te darás cuenta que la iglesia ha sido infiltrada de todo lo que el mundo considera correcto, a tal punto que muchos (con muchos me refiero a mas del 60%) hoy predican verdades bíblicas teñidas con verdades del mundo. Con esto me refiero a que han aceptado sin mayor cuestionamiento, la cultura que nos rodea, la ciencia y la no ciencia, psicología y sociología, humanismo, filosofía y sociología. Es tan poderosa esta invasión que la iglesia del Dios viviente ha sufrido, que cuando uno habla de lo que dice sólo la palabra de Dios, se le califica como conservador, fanático o anticuado. En algunos casos incluso se le descalifica.

Por eso es que tenemos, como verdaderos seguidores de Cristo Jesús, centrarnos en dos áreas específicas para poder ser como Dios quiere que seamos, y no como nosotros creemos que debemos ser. Primeramente, buscar a Dios en privacidad. Estar solos con Él, apartados para Él. Segundo, sumergirnos en la palabra con Él. Con Él me refiero al Espíritu Santo, quién es el que nos enseñará todas las cosas.



La Condición Suprema

Cuando estas cosas se comienzan a conjugar en la vida de un cristiano, todo su entorno comienza ser afectado. Esto es lo que Jesús quiere de nosotros, cuando dice que debemos ser sal y luz en el mundo. Por otra parte al impactar al mundo que nos rodea, estaremos adorando a Dios de tal manera que su santo nombre será glorificado. Este es el propósito ulterior de Dios mismo. Cuando esto se da en toda su expresión en tu vida, estarás siendo una potencial herramienta en las manos de Dios, y le servirás con temor y temblor. No serás más un simple convertido que participa de las actividades de la iglesia, sino que estarás desempeñando tu ministerio de la reconciliación, al que todo cristianos adoptado por Dios ha sido llamado, siendo un testigo, un embajador de Cristo. Tu anhelo de compartir el evangelio completo de Cristo irá aumentando, y no te bastará con mandar lindos mensajes por la red, o compartir tratados superficiales. Te verás involucrado en la evangelización como Cristo lo enseña en su palabra. Esa evangelización integral, que no habla de hacer un llamado o invitación superficial, sino que toma en cuenta todo lo que el Señor dijo, todo lo que está registrado en el Nuevo Testamento.

Esta es la evangelización radical, en la que tú primero practicas lo que luego predicas. Cuando tu hayas hecho los ajustes en tu vida, por esa comunión intima que estas teniendo con tu Dios, en la que ya no te vistes, ni hablas, ni haces, ni escuchas, ni te entretienes, ni participas (diviertes o ríes) como lo hace el mundo. Cuando se producen cambios radicales y ya no sigues practicando aquellas cosas que tanto te gustaban hacer, ver y decir y que ofendían, insultaban y desagradaban a Dios (los pecados), y comienzas a gozarte en aquellas cosas que antes tanto te desagradaban, te daban lata (que te veías obligado a hacer) y de las que muchas veces te burlabas (la justicia de Dios), entonces serás un cristiano radical, un verdadero discípulo de Cristo. En otras palabras, lleno de gozo y un anhelo ardiente, estarás viviendo por fe, poniendo tu fe por obras por medio de la obediencia a sus mandamientos, y así estarás amando verdaderamente a Jesucristo, el único y verdadero Señor y Dios.



La Respuesta Cristiana

Aquí comienza la forma en que tú responderás a esta condición de esclavo de Jesucristo. Para ser un verdadero esclavo del Señor, tendrás que entender lo que significa ser un esclavo. Si tú sigues pensando como un ser humano, que tiene derechos y privilegios, que puede hacer lo que quiere y que tiene la libertad de elegir, entonces seguirás en tinieblas, engaño y mentira. Te será imposible poder comprender lo que mandó el Señor Jesucristo cuando dijo que debes despojarte de todo, perder la vida, someterte a los demás, amar a tus enemigos, etc. Estas cosas serán locura para ti, tal como está escrito. Te seguirás sumando como está escrito, a aquellos que profesando ser sabios se hicieron necios; aquellos que se envanecieron en sus propios razonamientos.

Una vez que tu alma haya sido completamente quebrantada, tú podrás responder a lo que fuiste llamado a ser, un esclavo que obedece incondicionalmente a su Señor, tal como lo estipula su Señor, como está escrito en la palabra del Señor. Un esclavo que obedece no por obligación o por temor al castigo, sino uno que lo hace por amor, con gozo por su Señor. Un esclavo que desea en todo ser un siervo fiel, que lo único que desea es que su amo sea glorificado y reconocido por todos por lo que Él es. Cuando tú llegues a esta condición de humillación y quebrantamiento, tu anhelo, pasión y motivación, serán el exaltar y honrar a aquel que ahora lo es todo para ti, porque tú sabes que Él todo lo sustenta, que Jesucristo es Señor y Dios, el Creador de todo lo que existe, visible e invisible. Tu entendimiento se irá renovando cada vez más, y por lo tanto tú te irás transformando en un verdadero adorador en espíritu y en verdad. Tu vida ya no tendrá sentido si no estás en una continua comunión con Jesucristo. Con eso no me refiero a que te irás a vivir a un monasterio recluido para estar a solas con Dios. Me refiero que mientras comes, hablas, compartes con los demás, trabajas o estudias, cocinas o lavas, en todo estarás sirviendo y meditando en el Señor.

Tu comenzarás a tener un enfoque totalmente opuesto al que tenías antes, el cual te permitirá responder a lo que la palabra del Señor Jesucristo demanda de ti, que finalmente es para tu propio bien, ya que cada vez que Dios es glorificado, tu eres beneficiado. Eso es lo maravilloso de guardar los mandamientos que nos dejó el Señor. Si tú los obedeces, que es lo mismo que guardarlos, entonces le estarás glorificando y por ende te estarás beneficiando. Por eso cada mandamiento viene con promesa. Si bien es cierto que guardar los mandamientos muchas veces es difícil e incluso será con lucha y dolor, las consecuencias espirituales son tan favorables, que no te importará lo que te suceda.



El Deleite de Dios

Lo más extraordinario de todo esto, es que entraras en el deleite que Dios tiene en si mismo. Esto posiblemente será difícil para ti de comprender, pero lo menciono, ya que un día lo comprenderás en su totalidad y será, lo que sin saber, tanto anhelabas. Ese deleite que Dios tiene en sí mismo, es el que Él desea compartir con toda su creación. Esto es algo ajeno a nuestro entendimiento y un tema muy poco tratado en la iglesia, y que sin embargo está claramente descrito en las Escrituras (principalmente en el A.T.). Nosotros muchas veces decimos que Dios se entristece, que debe estar llorando, o decimos que se enoja y enfurece. Esto es cierto, pero Él nunca deja de ser un Dios excesivamente feliz. Quiero que me entiendas, Dios siempre se está gozando y deleitando. Su felicidad por decirlo así, es infinita, ya que Él es infinito. Las otras situaciones son específicas y momentáneas y no lo sacan nunca de su gozo indescriptible.

Pero Dios, quién siempre ha gozado de este deleite inefable (desde todos los tiempos, con eso me refiero a que lo ha estado experimentando de mucho antes de la creación), quiere compartirlo ahora con nosotros especialmente. Por eso nos creó a su imagen y semejanza. Somos los únicos seres creados (visibles) que podemos experimentar este gozo inexplicable.

Para entender esto un poco mejor, es necesario primero entender bien que el amor que el Padre siente por el Hijo y viceversa, es un amor de complacencia, de gozo y alegría (felicidad), un amor de satisfacción y llenura plena. Es un amor completamente diferente al amor que Dios tiene por todo lo creado, es un amor muchísimo más sublime (por ahora incomprensible para nosotros, pero que conoceremos cuando estemos en su presencia).

El Espíritu Santo es la personificación o proyección, del amor del Padre hacia su Hijo, conjugado con el amor del Hijo hacia el Padre. De manera que si yo tengo la llenura del Espíritu Santo, es esa conjugación, de un amor sobrehumano, sobrenatural, inexplicable e incomprensible pero real, la que está en mí. Es así que el Espíritu Santo es tan poderoso para ayudarnos, consolarnos, enseñarnos, redargüirnos, reprendernos y cobijarnos. Al ser la conjugación de un amor inmensurable del padre hacia el Hijo y del Hijo hacia el Padre, se convierte en la persona más poderosa y exquisitamente deleitable.

La relación trinitaria (que siempre ha sido y será), que es en parte este fluir-conjugación del amor del Padre hacia el Hijo, y del amor del Hijo hacia el Padre en la personificación del Espíritu Santo, y por otra parte la total y perfecta autosuficiencia de Dios (no tiene necesidad de nada), y por otra el conocimiento-sabiduría absoluto y eterno-infinito (omnisciencia), y por otra el poder ilimitado para todo lo que sea necesario (omnipotencia), se traduce en un estado (por decirlo así) infinitamente gozoso, una alegría-felicidad exuberante en si mismo. Esta prodigiosa y casi excesiva “felicidad-deleite” que Dios tiene en si mismo (la relación trinitaria), es lo que Dios anhela compartir con su creación. Esto un día se manifestará en nosotros en una forma excesivamente excelente, cuando entremos para siempre, a ser partícipes en medio de esta relación trinitaria.

Esta felicidad-deleite que Dios tiene en si mismo, se convierte en nuestro deleite en Dios, cuando se cumple lo que Jesús dijo, mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Esto a su vez se cumplirá cada vez más profundamente, cuando respondas en total sumisión y humillación como un verdadero esclavo del Señor Jesucristo.



La Sabiduría

Para nuestra tranquilidad, nos es necesario comprender por otro lado, uno de loa atributos más extraordinarios de Dios. Por eso hago esta reflexión sobre este atributo en particular, que viene a complementar lo que mencioné anteriormente, y que te servirá para comprender aún más lo que he ido planteando. Dios, quién mientras está obrando, está en conocimiento de lo que sucederá, como si ya estuviera al final de los tiempos. Por eso el mismo profetiza los tiempos y sucesos. En el tiempo de Dios las cosas son, fueron y serán al mismo tiempo. Para Dios no hay nada nuevo, nada que le sorprenda, que lo distraiga, que lo confunda. Incluso cuando es entristecido, enojado o se le pide que cambie lo que ha determinado hacer, Dios ya sabía que iba a ser así. Dado este incomprensible y fenomenal conocimiento, Dios se deleita en si mismo (con gozo inefable, felicidad excepcional), ya que todo lo que Él está haciendo es totalmente perfecto en su ejecución y siempre tendrá un final que le glorificará.

Dios no está atareado con la existencia y funcionamiento de cada electrón en cada átomo de toda la creación, ni con los casi infinitos cuerpos celestes que circulan por el universo a una velocidad vertiginosa, los cuales todos existen y subsisten y funcionan por Él. Dios lo llena todo, de manera que no hay nada, visible o invisible, que esté fuera de su conocimiento y control.

Aunque Él tenga que airarse y castigar, aunque Él tenga que causar daño y tragedia, dolor y horror. Aunque Dios tenga que hacer el mal a su creación, él nunca deja de deleitarse en si mismo, nunca deja de ser supremamente feliz por quién él es, porque Él sabe el todo, conoce el cuadro completo, nunca se le olvida nada, y él todo lo lleva finalmente a desplegar su gloria infinita.

La sabiduría de Dios, que es su esencia misma (la esencia de la Trinidad), que a su vez es su gozo y deleite, lo hace intrínsicamente libre y pleno para ser. Dios es (todo lo demás fue, está siendo, o será). Todo lo demás es por Él, como una extensión de si mismo, una expresión desplegada y proyectada. Esta sabiduría infinita, que no se detiene ni termina, que está en una acción continua, lo hace al mismo tiempo omnipresente (todo lo llena). Por ende, es todopoderoso. Estos tres atributos de Dios, hacen que él nunca necesite nada; que no necesite consejo, ni ayuda, ni dirección, nada de lo que se nos pueda ocurrir (pero que nosotros necesitamos tanto cada día y a cada instante). Dios es totalmente autosuficiente. Es como decir que Dios se nutre, se inventa, de si mismo.

Por lo tanto, nada es, o existe, o pasa, o se hace, o sucede, o se genera, o es creado, fuera de Dios. La totalidad de lo que existe, en todos los ámbitos explicables y concebibles, imaginables e inimaginables, visibles e invisibles, se dan y son, en y por la sabiduría eterna de Dios.

Esta es la supremacía, hegemonía, preeminencia de Dios. Por todo lo anterior, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, es soberano, el único ser absoluto, porque es suficiente en si mismo.

Y tú, que has sido invitado a ser adoptado como hijo de Dios, eres llamado a responder. Lo único que puedes hacer es desear, anhelar, aspirar con todo tu ser, poder responder a ese llamado como Dios lo desea para ti.

Si logras desechar todo, despojándote de todo, santificándote para Dios, ejercitándote en la piedad, todas las cosas sólo serán posibles si respondes con ese deseo sobrenatural, y así entraras en el gozo del Señor. Mejor dicho, te sumergirás en un deleite que te llevará a un estado indescriptible. Como lo expliqué anteriormente, aunque te estén sacando los ojos con un fiero al rojo vivo, tu espíritu estará tan lleno del Espíritu Santo, que estarás cantando himnos y cánticos espirituales, tal como lo hicieron tus antepasados (los mártires) cuando iban rumbo al sacrificio.

Gracias oh Dios por invitarnos a compartir este deleite tuyo con nosotros. Aleluya.


Por Ernesto G. Säuberlich Boelken

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