viernes, 7 de diciembre de 2012

La Verdad

La Verdad del Evangelio

por Ernesto G. Sauberlich B.


Antes de comenzar,    quiero que pongas mucha atención a estas palabras que dijo Jesús,    en Jn. 18:38  dice:   Todo aquel que es de la verdad,     oye mi voz.    Luego en Jn. 8:45     Y a mí,   porque digo la verdad,     no me creéis”       Y en Jn. 10:27 él dijo:     “Mis ovejas oyen mi voz,     y yo las conozco,     y me siguen…”  y luego en  Jn. 8:47  “El que es de Dios,    las palabras de Dios oye;”        Mi anhelo es que tu estés en ese grupo y no en este otro que dijo Jesús:   “…por esto no las oís vosotros,      porque no sois de Dios.”

La relación entre la verdad y el evangelio es algo tan profundo,   que es necesario comprenderlo tal como la palabra lo declara.    Tenemos que recordar siempre,   que el fin de toda la obra de Dios es que Él sea glorificado y exaltado.  

Para que esto sea posible para los hombres,   Dios creó un medio.   Un medio es algo que se usa para lograr un objetivo  (para lograr alabar a Dios,   usamos la voz como medio).    Este medio que Dios usa entonces para que Él sea glorificado,     es la verdad,    y esta verdad se expresa en su forma más sublime en el evangelio de la salvación.

Esto lo podemos entender un poco mejor si leemos lo que dijo el Señor Jesucristo,   como está escrito en   Jn. 18:37,      Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey.      Yo para esto he nacido,     y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad.     Todo aquel     que es de la verdad,     oye mi voz.      Le dijo Pilato:   ¿Qué es la verdad?

Ahora,  ¿qué nos queda a nosotros?     Recordemos que hemos sido tremendamente privilegiados,      en el momento que el Señor se nos reveló.   Cuando Él se presentó en tu vida,   cuando te salió al encuentro.   Ese privilegio es porque nosotros como está escrito en Efe 1:13,    “…habiendo   oído   la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación, y habiendo creído en él…”,       esto es en Cristo,        ahora somos     “…la casa de Dios,    que es la iglesia del Dios viviente,     columna y baluarte de la verdad. 1ªTi 3:15

     columna y baluarte de la verdad”     ¿entienden eso?     Somos una columna,   un pilar que sujeta algo,   y un baluarte,   es como algo que soporta  que sostiene.    Por lo tanto,   como la casa de Dios,   como iglesia del Dios viviente,   debemos ser los que levantemos en alto esta verdad sublime,   que como dijo el Señor ahí en Jn. 8:32,    será la que eventualmente nos hará libres.

También debemos recordar que tenemos una esperanza maravilloso tal como dice en Col 1:5  “…a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio,”     Por esta causa,    debemos procurar anunciar esta verdad,   este evangelio de Jesucristo,    para que otros también puedan gozarse de tener esta esperanza que está guardada en los cielos.

Hermanos/as,    la palabra que hemos recibido,   no es cualquier palabra.   Veamos lo que dice Pablo ahí en 1ªTes 2:13  “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios,     de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros,      la recibisteis  no  como palabra de hombres,      sino según es en verdad,  la palabra de Dios…”     Esta palabra de Dios es en verdad,   lo único 100% cierto y verdadero.

Porque cuando damos a conocer la verdad del evangelio,    como está escrito en Stg 1:17-18  “…del Padre de las luces,     en el cual no hay mudanza,     ni sombra de variación.    El,    de su voluntad,   nos hizo nacer por la palabra de verdad,…”,     otros podrán nacer de nuevo tal como nosotros,    y esto sólo si es por la palabra de verdad. 

Esto no lo podemos callar,   no podemos ser tan egoístas y compartirlo con todos los que se nos cruzan en el camino.       Y si alguien está equivocado,   entonces debemos procurar corregir con mansedumbre “…a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad,”  2ªTi 2:25       ¿Qué es lo que Dios desea para todos?    Que se arrepientan y conozcan la verdad.

Ahora,    los que conocemos esta sublime verdad del evangelio,   que fue un regalo del Dios Altísimo,     un evangelio (buenas nuevas),   que estaba en medio de nosotros,     y sin embargo no teníamos la más leve sospecha que existía.       Este evangelio y la verdad que este contiene,   debemos  procurar esforzarnos por todos los medios como está escrito en    Gál 2:5  “….la verdad del evangelio permanezca en nosotros”.   Debe permanecer en nosotros.     La palabra de Jesucristo nos insta por medio de un mandamiento,    que permanezca en nosotros.

¿Qué cosa?   La verdad del evangelio.    Esa verdad que es liberadora.    Esa verdad debemos aprenderla.    No va a ser posible que la verdad nos llegue por milagro.     La verdad del evangelio sólo podrá permanecer en nosotros si la conocemos.     Para eso será necesario buscarla.   ¿Dónde?     Sólo hay un lugar donde la podemos encontrar.   En la Biblia.    Por eso Dios nos va a pedir que leamos su palabra todas las veces que podamos.

¿Tu quieres ser libre de todas esas cosas que hay en ti que te hacen pecar y desobedecer a Dios?     ¿O,  quieres seguir sufriendo con tu carácter,   con tus mañas,    con tu rebeldía y seguir siendo porfiado/a?      ¿Quieres poder sanarte de tus malos pensamientos,   de tus sueños materialistas y egoístas,     de tus sentimientos y emociones que te hacen decir cosas que ofenden a Dios primeramente y a los demás?

El Señor Jesucristo prometió que su verdad nos hará libres,   pero sólo bajo una condición.    Que permanezcamos en ella.    En otras palabras que permanezcamos en su palabra,       que guardemos sus mandamientos,      que guardemos su palabra de paciencia.     Sólo así seremos verdaderamente sus discípulos,    y sólo así conoceremos su verdad.

Hermanos/as amados/as,      no hay otra alternativa,    no hay otra posibilidad.     No sigas engañándote.     No le saques la vuelta a la lectura de la palabra del Señor Jesucristo,    quién es nuestro único Señor y Dios.      Abandona esa flojera.    Esfuérzate    y ponte a leer un poco cada día.     No sigas viendo tanta mugre en la TV.     No sigas haciéndole caso al diablo con sus seducciones por medio de la distracción y el trabajo.      Se disciplinado/a,       deja de lado esas cosas que no son importantes,   como conversar sobre cosas que no edifican (murmurar y chismes),     escuchar música,     leer revistas o diarios.    Piensa en lo que te estoy diciendo y no te hagas  el / la  que no entiende.       Tú sabes perfectamente que  DIOS,    sabe lo que está sucediendo en tu mente en este momento.   Por favor no trates de justificarte.     Eso es un pecado de alta traición a Dios.

Por lo tanto,     el Señor con su infinito amor te está llamando a que te arrepientas.        Primero,     reconociendo tú falta delante de Él.       Segundo,    pidiéndole que te perdone,   y tercero deseando nunca más volver a dejar de leer la palabra       que tanto necesitas,    porque te hace tan bien,   para todo en tu vida,   y principalmente,    para que seas un verdadero adorador/a,    que adora en espíritu y en verdad.     Que tus oraciones siempre incluyan esa petición de ayuda para poder vencer esa flojera de leer su palabra,    ya que esa es la principal manera de permanecer en la palabra de Jesucristo.    Sólo así podrás hacer realidad este mandamiento que está escrito en Gal. 2:5,   que dice:   “…que la verdad permanezca en nosotros.”

Porque no quiero que llegue el momento en tu vida,   en que como Pablo tuvo que redargüir a Pedro,   como está escrito en Gal. 2:14.      ¿Por qué lo rearguyo?       Porque como está escrito en Gál 2:14,   “…no andan rectamente conforme a la verdad del evangelio,”.       Ese es el resultado cuando la verdad del evangelio no permanece en ti.     No andarás rectamente.     No harás lo que el Señor quiere que tú hagas,    para que puedas ser libre.      No podrás hacer frente a los engaños y tentaciones del diablo y de tus concupiscencias.

Seguirás cayendo y tropezándote,    y lo peor hermanos/as,     serás tropiezo para tus hermanos/as.    Como está escrito,   serás tropiezo para uno de estos mis hermanos más pequeños dijo el Señor,    y como el mismo dijo,     que todo aquel que haga tropezar a unos de estos,    mejor le sería que le aten una piedra de molino de asno al cuello y lo tirasen a las profundidades del mar.      Ese es un castigo muy severo.     Porque hacer tropezar a uno sus hermanos mas pequeños,    para el Señor es algo aborrecible.

Recordemos lo que dijo Jesús,  lo que mencioné al comienzo,    en Jn. 18:38  dice:   Todo aquel que es de la verdad,     oye mi voz.    En Jn. 8:45     Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis”       En Jn. 10:27 dijo:     “Mis ovejas oyen mi voz,     y yo las conozco,     y me siguen…”  y luego en  Jn. 8:47  “El que es de Dios,    las palabras de Dios oye;”

Por eso ven delante del Señor ahora y arrepiéntete de verdad.      Reconoce  y  pídele que te perdone por no leer lo suficiente su palabra.    Pídele que te perdone por que no estas permaneciendo en la verdad del evangelio.   Arrepiéntete de verdad,    haciendo un cambio en tu vida.    No sólo de palabra,   sino de hecho.

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