No os engañéis
Luc 6:46-49
¿Por qué me llamáis,
Señor, Señor,
y no hacéis lo que yo digo?
Este simple
versículo encierra una terrible
afirmación por medio de una pregunta
muy triste.
Los verdaderos
cristianos, los que por la gracia
divina fueron hechos hijos e hijas de Dios,
los que por gracia recibieron la semilla milagrosa de la fe, deben tener
mucho cuidado de no ser parte de este grupo. De aquellos que no hacen lo que el Señor dice. Sin embargo, hermanos amados, nosotros no estamos exentos de caer en esta
grave falta.
Por eso quiero
hoy que hagamos una reflexión en estas palabras que dijo el Señor al final del
sermón del monte, pero como lo relata
Lucas. Es una simple
pregunta, no tiene nada complejo ni
requiere de interpretación, sin
embargo es una pregunta angustiosa.
Se pueden
imaginar cómo se sentía el SEÑOR
TODOPODEROSO, cuando dijo esto. Parado ahí delante de la gente que le alababa, que lo admiraba, que lo querían tocar, que lo seguían días enteros.
Piensen por un minuto lo triste que
debe haber sido para el Señor, ¿por
qué? Porque Él sabía lo que había
en sus corazones, como está escrito
en Jn 2:24-25 Pero Jesús mismo no se fiaba de
ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le
diese testimonio del hombre, pues él
sabía lo que había en el hombre.
Él sabe lo que hay en
tu corazón. Jesús sabe lo que hay
en ti.
El único Dios verdadero encarnado
estaba parado delante de la gente, y
sabía lo que había en ellos, por eso
preguntó esta lamentable pregunta. ¿Por qué me
llamáis, Señor, Señor,
y no hacéis lo que yo digo?
Hoy el Señor no
está parado delante de nosotros, sin
embargo Él está en medio de nosotros, porque Él,
el único Dios verdadero, lo llena todo. No hay lugar en la existencia, en los cielos o en la tierra o debajo de
la tierra, en donde el Espíritu de
Dios no esté.
Por eso quiero
que ahora veamos a cuales cosas se refirió el Señor, cuando preguntó “…y no hacéis lo que yo os
digo.” Para eso vamos a hacer una
lectura exhaustiva del NT. Vamos a
comenzar en Mt 1:1, y hacer una
lectura concentrada hasta Apo. 22:21.
Hermanos y hermanas, todo lo
que se nos enseña en el NT, que es lo
mismo que decir, todo lo que el Señor
nos dice (manda) que hagamos, se puede
resumir en estas tres categorías:
1. Adoración.
2. Santificación.
3. Comunión.
·
Adoración hacia Dios.
·
Santificación para con
Dios.
·
Comunión delante de
Dios.
Por lo tanto la
pregunta que hizo el Señor, como está
registrado en Lc 6:46, la podemos
parafrasear de la siguiente manera:
¿Por qué me llamáis,
Señor, Señor, y no me
adoráis, y no os santificáis, y no tenéis comunión como YO os he
mandado?
Quiero que
repasemos cada una de estas áreas que el Señor nos manda que guardemos, para
que no sea que algún espíritu de olvido nos haga caer en desobediencia al Señor
Jesucristo.
1ª Parte
ADORACIÓN
Lo primero es
decir, que la verdadera adoración
siempre tiene que ser hacia su gloriosa, santa y justa
persona, y debiera ser en espíritu y en verdad, tal como lo afirmó Jesús cuando se lo dijo a
la mujer samaritana, ¿no es cierto?
¿Esta adoración tú
la estas practicando? ¿Estas
adorando a tu Señor y Dios como Él te lo dejó escrito en su Palabra?
Mejor te hago
otra pregunta, ¿Sabes con absoluta
certeza qué es adorar en espíritu y en verdad?
Un adorador que lo hace en espíritu y en verdad, siempre estará combinando dos cosas. La alabanza con la palabra en forma consiente,
porque está consiente a quién
está adorando y por qué le está adorando.
Esto, como lo dice en
Rom 12:1, es algo que debiéramos estar
practicando en
nuestras vidas diarias, no solamente en el culto de
adoración y en el culto de acción de gracias.
Durante toda nuestra vida.
La adoración en espíritu y en verdad, entonces es algo que se puede resumir en estar
cuatro formas:
1.
Alabanza y glorificación.
2.
Estar a solas con Dios.
3.
Confesarle delante de los hombres.
4.
Traer ofrendas de sacrificio.
1 ALABANZA Y GLORIFICACIÓN
Esto es lo que normalmente hacemos en el culto de
adoración, como los que regularmente se
realizan los días del Señor, que a su
vez es la cima de la adoración. En
estos cultos se presentan varias etapas y expresiones, en las que (por
nombrar algunas):
·
se da testimonio,
·
se ora,
·
se leen pasajes de la Biblia,
·
se canta,
·
se expone la palabra,
…y todo esto en comunión los unos con los otros, y todo es únicamente para la
gloria de nuestro Señor y Dios, para exaltarle, enaltecerle, honrarle,
glorificarle. Porque finalmente de eso se trata toda
nuestra vida cristiana. Glorificar a Dios. Lo haremos aquí y por toda la
eternidad allá en el paraíso.
Es en
espíritu, porque, como lo dijo el Señor, Dios es Espíritu, y nuestro espíritu se goza en Dios y necesita expresarse. En 1ªCo. 6:17 Pablo nos dice: “Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.” Cuando nuestro espíritu es estimulado por el Espíritu
Santo, es porque estamos en comunión con el Espíritu Santo.
Esta conexión es producto
de una combinación
equilibrada de:
a) nuestros
sentimientos hacia Dios,
admiración, asombro, gratitud,
amor, y
b) nuestro
razonamiento, intelecto, que tiene conocimiento de Dios, que entiende lo glorioso y grandioso y sublime
que es nuestro Señor Jesucristo.
¿Te fijas? No podemos separar la verdad de lo espiritual.
Entonces, adorar en
espíritu y en verdad, se puede resumir
en la expresión
integral de nuestra
admiración y gozo por nuestro Señor y Dios,
ya sea cantando o exponiendo lo que Él es, la verdad, por medio de nuestro espíritu en conexión
con el Espíritu de Dios.
Haz los ajustes necesarios,
para que no escuches esta pregunta del Señor: …¿por qué me llamáis, Señor,
Señor, y no me estáis adorando
y glorificando en mi día?
2 Estar a solas con Dios
La adoración también se practica en la privacidad, cuando tú estás a solas con Dios. Esto es algo que muchos necesitan
aprender.
Estar a solas con Dios es una de las formas menos practicadas
de adoración. Es muy posible que tú
no estés obedeciendo este mandamiento en su integridad.
Por qué me llamáis,
Señor, Señor, y no me estáis adorando en vuestra
privacidad.
¿Qué es pasar tiempo a solas con
Dios?
Por un lado es todo ese tiempo en que tú vas a
escucharle. Ese tiempo cuando tú estás
leyendo la Biblia a solas con Dios. Este
momento no se puede perder, ya que
será el tiempo en que Dios te hablará directamente a tu corazón. Recuerda lo que dijo el salmista Sal_119:105 “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” (24 veces Sal 119)
Esto lo tienes que aprender a hacer. Es algo que no te va a nacer por si
solo. Tu tendrás que ir aprendiendo a
escuchar a tu Padre celestial por medio de la lectura constante. No puedes reemplazar este momento con
devocionales, con lecturas
esporádicas, con estudios
bíblicos, con escuchar sermones u
otras instancias.
Por qué me llamáis,
Señor, Señor, y no me adoráis escuchando mi voz?
Estar a solas con Dios es hacer lo que nos enseñó el Señor
en Mat 6:6 “Mas
tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto.”
Este momento es tan precioso y valioso, que lo tienes que ir descubriendo. Es aquí donde podrás tener esa conversación
totalmente abierta y sin temores.
Recuerda que estarás solo/a con tu Padre celestial, quién ya sabe todo lo que hay en tu corazón.
Es entonces cuando te podrás preparar para presentarte como
un sacrificio vivo, santo y agradable
delante de Dios. Será la
instancia en que podrás averiguar todo lo que Dios quiere hacer contigo, cuales son las ofrendas de sacrificio que
Él quiere que tú le traigas solo a Él.
También podrás entender como quiere Dios que tú le
sirvas. Será la instancia en la cual
Dios te dará instrucciones en cómo usar el don que el Espíritu Santo te ha
dado.
¿Le estás llamando Señor,
Señor, y no estás teniendo tu
tiempo a solas con Dios?
3 Confesarle delante de los hombres
Hermanos/as, como
lo dijimos antes, la adoración es algo
integral y necesitamos ser recordados en todo su espectro. También estarás adorando al Señor cuando
estés confesándole delante de los hombres.
Esta es la parte de la adoración en espíritu y VERDAD.
Aquí es cuando tú haces exactamente lo que Jesús le dijo a
Pilato en su última conversación con él.
Estarás testificando de la verdad.
Esto es algo tan sublime para nuestro Dios y Padre celestial, que cada vez que tú lo haces, el Espíritu Santo será dándote poder para
que glorifiques al Señor Jesucristo.
Por eso te animo a que te prepares bien en como presentar la
verdad, el glorioso evangelio del Dios
viviente. Ese evangelio que tiene
poder para salvación (ver texto “Evangelio según el Nuevo Testamento” en este
blog), con el cual te llevó el Espíritu
a creer en el único Dios verdadero.
¿Por qué le llamáis,
Señor, Señor, y no hacéis esto de evangelizar y confesar mi
nombre delante de los hombres?
Tienes que comenzar a contarle a todos los que Dios te ponga
delante de aquel que te salvó, del que
te redimió y te dio, por pura
gracia, sin que te lo merecieras, el don de la FE.
Recuerda lo que dice en Ef. 2. Ese maravilloso capítulo de la gracia
divina que llegó a tu vida, mientras tú
estabas muerto/a en tus delitos y pecados.
Recuerda la misericordia que tuvo el Señor contigo para hacerte su
hijo/a. Por el puro afecto de su voluntad. ¿Para qué?
Para la alabanza de la gloria de su gracia.
Esto es lo que nos debe motivar siempre a ir y confesar el
santo nombre de nuestro Señor Jesucristo,
ese único nombre dado a los hombres en quién hay salvación. Eso es adoración en su más sublime forma.
Por eso el Señor te pregunta: ¿Por qué me llamáis, Señor,
Señor, y no testificáis de mí
delante de los hombres?
4 Ofrenda de sacrificios
La otra forma de adorar,
es la que aprendimos hace unos domingos atrás. Recuerdan que fue la primera forma de
adoración mencionada en la Biblia.
Es la adoración por medio de la ofrenda. Traer una ofrenda que agrade a Dios, no porque sea abundante y especial, sino que tiene que ser de lo mejor de
ti, de lo más profundo de tu
corazón, tal como lo hizo Abel.
En la Biblia vemos como los hombres de Dios presentaron
ofrendas delante de Jehová, cada vez
que vieron su gloria desplegada en sus vidas.
Algunos trajeron animales, otros
diezmos, otros levantaron
altares, otros hicieron salmos, otros le adoraron de guata en el suelo.
Estás tú llamando al Señor,
Señor y no estás trayendo tu ofrenda especial delante de Él?
A nosotros hoy se nos enseña en el NT, que debemos traer nuestras ofrendas de
sacrificio delante de Dios. Recuerda
lo que aprendimos de su palabra (ver texto sobre ofrendas en este blog). Existen cuatro tipos de ofrendas.
1.
ofrenda de sacrificio de alabanza,
2.
ofrenda de sacrificios espirituales,
3.
ofrenda de frutos de labios que
confiesan su nombre,
4.
ofrenda de sacrificio acepto, que es en dinero.
Pero ya hemos visto que esto de ofrendar no es algo que
nosotros hacemos en el momento, según
lo que dicta nuestro corazón. Eso fue
lo que hizo Caín, y ya saben cómo le
fue.
Esto es algo que también estamos aprendiendo a hacer como lo
manda nuestro Señor en su palabra.
Para eso tenemos que estar en comunión con nuestro Padre que está en los
cielos, en oración y preparación, para que sea Él quien nos guie en esto de
ofrendar.
Ahora, como le
responderías al Señor: ¿Por qué me
llamáis, Señor, Señor,
y no me buscáis para que les diga cuanto y que me deben ofrendar?
Conclusión
Se fijan que es bueno repasar un poco las cosa de Dios. Esto de la ADORACIÓN no es tan simple, pero sin embargo es fácil cuando estamos en
comunión con el Espíritu Santo.
Adoración integral:
1.
Alabanza y glorificación.
2.
Estar a solas con Dios.
3.
Confesarle delante de los hombres.
4.
Traer ofrendas de sacrificio.
2ª PARTE
SANTIFICACIÓN
La santificación
es algo más complejo para nosotros que nos encontramos dentro de este envase
(cuerpo), que en la palabra se
denomina CARNE.
¿Por qué es más complejo? Porque como está escrito en Gál 5:17 “Porque el deseo de la carne es
contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne; y éstos
se oponen entre sí.”
Esto no es algo que Dios desconoce, por eso la mayor parte de los mandamientos que el Señor nos dejó por medio
de su palabra, se refieren a la
santificación. Este es el tema
central del NT, ya que como Pedro lo
citó de Lv 11:44 1ªPe 1:16
porque escrito está: Sed
santos, porque yo soy santo.
Y como lo dice
con tanta advertencia en
Heb 12:14
Seguid la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie verá al
Señor.
El tema de la
santificación, se ramifica directamente a la adoración, ya que si presentamos nuestros cuerpos en
sacrificio vivo, SANTO, agradable a Dios…”, estamos hablando nuevamente de la
centralidad que tiene la santificación.
Realmente no
podemos adorar en espíritu y en verdad,
si no nos estamos santificando.
Siempre les he
dicho, que esto de santificarnos, en lo que a nosotros se refiere, es una tarea imposible.
Por eso Dios es el que nos va a santificar. En
otras palabras, es el Señor nuestro
Dios todopoderoso, el que nos
limpiará con agua pura, nos lavará con su palabra, nos purificará con hisopo.
Sin embargo hemos
aprendido que también nosotros debemos
participar. Eso por medio de
nuestro deseo, nuestra voluntad, nuestro esfuerzo, de buscar
primeramente el reino de Dios y su justicia, para que seamos santificados.
·
Porque no sería muy
agradable escuchar del Señor: ¿Por qué me llamáis, Señor,
Señor, y no hacéis el esfuerzo
por buscar primeramente mi reino y mi justicia?
Esto es lo que
hoy quiero que profundicemos. Esto de
hacer todo lo que esté a nuestra disposición para participar en la santificación de nuestras almas. (ya que no es necesario santificar nuestro
espíritu, el cual lo único que
busca, es volver a Dios).
Nuestras almas son las que necesitan ser renovadas.
Son las que necesitan ser santificadas. ¿Por qué? Porque toda nuestra naturaleza
humana, nuestras
concupiscencias, nuestro orgullo, nuestro pecado, se encuentra como está escrito, en nuestros corazones.
De ahí sale todo
el mal que hay en nosotros, ya sea por
la boca, por los ojos, por los gestos, o en nuestros pensamientos. Todo nuestro pecado brota desde lo más profundo de nuestro ser, y eso Pablo lo denomina el hombre
interior, que no es otra cosa que
nuestra alma/mente contaminada.
Por eso Pablo
lleno del Espíritu Santo, hace esta
maravillosa oración en: Efe 3:16-17 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder
en el hombre interior por su
Espíritu; para que habite Cristo por
la fe en vuestros corazones,
Entonces, ¿qué debemos hacer para participar en
nuestra santificación?
1.
Renovar nuestro entendimiento.
2.
Arrepentirnos.
3.
Suplicar por ayuda.
1 Renovar nuestro entendimiento
Esto está
directamente ligado con lo que dice en Rom 12:2 “…sed transformados por medio de la renovación de vuestro
entendimiento…”
Hemos visto en
varios estudios, que si nuestra mente
es sanada y liberada, gozaremos de
algo que no se puede explicar tan fácilmente. El Señor se lo dijo a sus
discípulos, y nosotros lo hemos visto
tantas veces, sin embargo creo que lo
podemos repetir una y otra vez, ya que
es algo tan, pero tan importante, que vale la pena volver a repetir.
El Señor
dijo, que si conocíamos la verdad,
está nos haría libres. ¿Quién
es la VERDAD? El Hijo de Dios, por eso Él mismo dice más abajo en el mismo
capítulo, “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”
Porque el Señor fue el que lo dijo
también cuando ratificó la profecía que Isaías había hecho sobre Él, cuando leyó en la sinagoga de Nazareth, esa célebres palabras: “Luc 4:18 El Espíritu
del Señor está sobre mí, por cuanto
me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los
quebrantados de corazón; a
pregonar libertad a los cautivos, y
vista a los ciegos; a poner en
libertad a los oprimidos;”
·
Dar buenas nuevas a los
pobres en espíritu, los humildes
(los que admiten su banca rota espiritual).
·
Sanar a los que se han arrepentido de todo corazón y sufren por el pecado, por la vergüenza de su vida pasada,
·
Pregonar libertada a los que están atrapados por las ideologías, tradiciones de los hombres, filosofías, corrientes de este mundo, etc.
·
Pregonar vista a los que no pueden ver por las tinieblas que los rodean,
·
A poner en libertad a los que están bajo el yugo de este mundo,
los afanes de la vida, etc.
Todo esto se
relaciona con nuestras almas. Con nuestro corazón como lo podemos leer en
tantas partes. Nuestro ser más
íntimo, el YO más profundo. El
hombre interior. Cuando esto
ocurre, cuando nuestra alma es
renovada, y vamos conociendo la
verdad, por medio de su palabra,
vamos siendo limpiados,
transformados, y comenzamos a
santificarnos.
·
Es por eso que la
pregunta del Señor sería: ¿Por qué me llamáis, Señor,
Señor, y no estáis haciendo todo
lo posible por renovar vuestro entendimiento?
Si tu realmente
te esfuerzas por renovar tu entendimiento por
medio de la palabra, comenzarás a
dejar de ser amigo del mundo, y ya no
seguirás amando al mundo ni las cosas que están en el mundo (mandamiento que
muchos cristianos no están obedeciendo).
Esta es la meta a alcanzar. Poder ser realmente libres de todo
engaño, seducción, tentación, distracción, de todo lo que no proviene de Dios.
¿Cuál será el resultado? Irás pecando y
fallando cada vez menos. En otras
palabras irás edificando con oro, plata
y piedras preciosas. O cómo lo dijo el
Señor al final del sermón del monte,
serás como el hombre prudente,
que edificó sobre un fundamento profundo apoyado sobre la roca.
2 Arrepentimiento
El arrepentimiento, también lo hemos visto antes, pero necesitamos volver siempre a ser recordados,
como está escrito en 2ªPe 1:12 Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas
cosas, aunque vosotros las
sepáis, y estéis confirmados en la
verdad presente. Para que sigamos madurando en nuestro andar
en el Espíritu.
Arrepentimiento, significa hacer un giro en 180º grados.
En otras palabras, dejar de
hacer lo que estábamos haciendo. En
este caso el pecado.
Esto es una de
las cosas más importantes que tú debes
hacer para santificarte.
Arrepentirte, y me refiero a
confesar tu pecado delante de Dios,
pero también de huir del pecado, de alejarte de todo lo que te puede llevar
a pecar, de no volver a hacer lo que tu carne te dicta.
Recuerda que el
Señor nos repite ciento de veces que dejemos aquellos caminos en los que
andábamos, o en los que caímos, como se nos manda en Rom 6:12-14 No reine, pues,
el pecado en vuestro cuerpo mortal,
de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13
ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de
iniquidad, sino presentaos vosotros
mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como
instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de
vosotros; pues no estáis bajo la
ley, sino bajo la gracia.
Col 3:5 Haced morir,
pues, lo terrenal en
vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;
Stg 3:6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la
rueda de la creación, y ella misma es
inflamada por el infierno.
Efe 5:3 Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos;
Sólo por
mencionar algunos. Tienes que
entender, que arrepentirte, será
vital en tu santificación.
·
Porque no querrás
escuchar al Señor decirte: ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no os arrepentís y no hacéis morir lo
terrenal en vosotros?
Huye del
pecado, pero para eso tienes que estar atento, tienes que saber cómo te va a tratar de
cautivar, y de saber bien que es
pecado delante de Dios. Hoy en día
cada vez se va borrando cada vez más
la línea que separa lo que es y lo que no es pecado delante de Dios.
Como iglesia del
Dios viviente, no nos podemos confiar de que sabemos tan ciertamente lo que
proviene o no proviene de Dios. Por
eso vuelvo a citarles las conocidas citas en Stgo. y 1ªJn, donde el Señor nos dice en su palabra, que no
seamos amigos del mundo, ni amemos al
mundo, ni las cosas que en él
hay, porque no proviene de Dios.
3 Suplicar por ayuda
Ef 6:18 orando en todo tiempo con toda oración y
súplica en el Espíritu, y
velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
Hermanos/as, tu ya has escuchado antes lo importante que es la oración. Esta herramienta milagrosa que nos fue
dada a los santos, para que podamos acceder al poder infinito de Dios, pero siempre
para glorificarle.
Como está
escrito, Dios escucha a los que le temen,
a los que guardan sus mandamientos,
a los que le glorifican. Si
tú no entras en una relación íntima con
Dios, tu Padre celestial, por medio de la oración, no sólo no te verás debilitado, sino que no le estarás adorando en espíritu
y en verdad.
El pasar tiempo a solas con el Señor tu
Dios, es de tal importancia, que no es posible explicarlo con palabras. Hemos aprendido de Pablo, que la oración por ayuda es algo que te
tiene que acompañar durante toda la vida
cristiana. De otra manera algo
está muy mal en ti.
El no estar
orando con súplicas y ruegos por ayuda cada día, indica que tú te la puedes solo/a. Eso es
orgullo o engaño a ti mismo/a, como
dice de los gentiles, que andan en la
vanidad de su mente. Las consecuencias
pueden ser serias.
·
Muchos van a escuchar
decir al Señor: ¿Por qué me llamasteis, Señor,
Señor, y no rogasteis ni
suplicasteis en oración por mi ayuda?
Conclusión
Amados en Cristo
Jesús. Tú sabes mejor ahora lo que puedes hacer para santificarte.
·
Renovar tu entendimiento.
·
Arrepentirte.
·
Suplicar por ayuda.
Esto es lo que
Dios nos está tratando de decir por medio de todos los mandamientos que nos ha
dejado. Ya que Él no nos quiere hacer
esa pregunta tan fatal…
¿Por qué me llamáis,
Señor, Señor, y no hacéis lo que yo os digo?
3ª
Parte
La Comunión delante de Dios.
Comunión en el
NT, proviene del griego koinonía, que también significa tener en común, compañerismo, e incluso ayuda mutua.
La comunión o compañerismo, nace
en el seno de la trinidad. Dios
Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo, siempre han gozado de la más
extraordinaria y sublime comunión.
Por eso Dios quiere que nosotros
gocemos de esta intimidad entre nosotros,
para que podamos experimentar esta relación
íntima, casi secreta, como lo dice en el: Sal 25:14
La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto.
En la
Biblia, se nos va a enseñar, no sólo tener comunión entre nosotros, sino también directamente con nuestro Señor
y Dios. Por eso hablaremos, que una es la comunión vertical, y la
otra la horizontal.
En la
adoración, nosotros estamos teniendo
una comunión personal y privada con
Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo. Esto por medio de la
Glorificación, estar a solas con Dios, confesando a Jesucristo delante de los
hombres y trayendo nuestras ofrendas de sacrificio a Él.
Esta es la
comunión más importante, ya que se nos manda que amemos a Dios por
sobre todas las cosas, con todo nuestro
ser.
Sin embargo, el Señor fue tremendamente enfático cuando nos mandó a tener comunión los unos
con los otros. Pero veamos donde
se nos indica esto en la palabra de Dios.
¿Cuál sería el
mandamiento que lo inicia todo?
El nuevo mandamiento, Jn 13:34
Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
De este tan
conocido mandamiento, nace todo lo que
se refiere a la comunión horizontal
en el cuerpo de Cristo que es la iglesia.
Aquí es donde practicaremos el amarnos los unos a los otros.
Esto es un tema
que cada día se va poniendo más difícil,
debido a que como individuos,
nos hemos ido aislando cada vez
más.
Cuando comenzó la iglesia, como se relata en el libro de los
Hechos, Hch 2:44-46 Todos los que
habían creído estaban juntos, y
tenían en común todas las cosas; y vendían
sus propiedades y sus bienes, y lo
repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en
el templo, y partiendo el pan en
las casas, comían juntos con alegría
y sencillez de corazón,
De este tipo de
comunión, nos hemos distanciado
enormemente. Es muy triste
comprobar, que incluso en pequeños
pueblitos como este (Zapallar), no se
pueda lograr tener este tipo de comunión.
Pero no todo está perdido. Estamos hoy reflexionando y escuchando a
nuestro Padre celestial, hablarnos
sobre este asunto tan importante para Él.
Por eso pon mucha atención. Vamos a ver los tres puntos que se desprenden de este texto tan maravilloso. Nuestros primeros hermanos, hicieron tres cosas: Hch 2:44-46
1.
Perseveraban unánimes cada día en el templo,
2.
partiendo el pan en las casas,
3.
estaban juntos, y
tenían en común todas las cosas.
Estas
palabras, el Espíritu Santo las dejó
bien claramente escritas,
inmediatamente al comienzo del relato sobre la iglesia. Por algo será.
1
Perseveraban unánimes cada día en el templo,
¿Qué podemos
aprender de estas palabras? La
comunión de los hermanos y las hermanas se debe practicar primeramente en el Templo.
Es muy cierto, que durante más de 1000 años, no
hubieron templos para los cristianos.
Esto porque los verdaderos cristianos fueron perseguidos
implacablemente.
Hoy en muchos
lugares del mundo islámico, budista e
hindú, tampoco hay templos
cristianos, ya que la persecución
sigue. Y si es que los hay, son quemados, y a veces con sus miembros dentro.
Sin embargo, en el mundo occidental en que vivimos, desde la
reforma en adelante, si gozamos de
esta bendición. Por lo tanto esta
escritura si nos atañe a nosotros. No
podemos excusarnos por lo que le sucedió a los cristianos primitivos y los que
hoy son perseguidos.
El templo para
Dios siempre, desde el comienzo ahí en
el desierto con Moisés, fue su casa de oración y adoración, para que se reunieran sus hijos a adorarle y
celebrar sus ordenanzas.
Dios fijó el
Templo como punto de encuentro neutral, para que todos los que habían nacido de
nuevo, pudieran tener comunión
unánimes delante del Señor su Dios,
alabándole, orando a Él, bautizándose, participando de la cena del Señor, presentando a los niños al Señor, realizando bodas nupciales, exponiendo su palabra, etc.
Mi casa, casa
de oración será llamada dijo el Señor;
y en ella nos debemos reunir en comunión para glorificar a nuestro Dios
y Padre celestial. Pero no sólo los
días domingo, sino que cada vez que podamos. Esto fue lo que hicieron nuestros primeros
hermanos. Ellos iban cada vez que
podían.
Una iglesia comprometida con su Señor, se va a reunir en comunión en la casa de su
Señor, para compartir unánimes delante de Él,
como lo hacen los hijos con sus padres.
Nuestro Padre nos
quiere ver a todos juntos delante de Él en su casa. Está claro que eso no significa que debemos ir
al templo cada día de la semana.
Eso no se enseña o manda en ninguna parte de la Biblia.
Sin embargo, siempre va a ser mejor, reunirnos para tener comunión espiritual en
la casa del Dios viviente. Esto
porque ahí podremos tener absoluta
libertad para adorar, orara, estudiar,
contemplar, dar testimonio, celebrar,
etc.
2
partiendo el pan en las casas,
Esta
comunión, es la que se ha ido perdiendo cada vez más. Como hermanos en Cristo Jesús, debiera ser mucho más común el compartir
los alimentos juntos como hermanos en Cristo Jesús, en nuestras casas.
Que maravilloso es escuchar este
testimonio: “…partiendo el
pan en las casas, comían juntos con
alegría y sencillez de corazón,
alabando a Dios.”
Nos haría tan
bien aprender esto desde el comienzo,
y reunirnos en nuestros hogares,
que el Señor nos proveyó, para
que como hijos e hijas suyos,
tuviésemos comunión justamente en uno de los momentos más maravilloso que Dios estableció, cuando comemos los alimentos que Él nos
provee.
Es cierto que en
algunos casos, esto no es tan sencillo, ya que los demás integrantes de la
familia, puede que no sean
convertidos. Esto hay que tomarlo en
consideración, para no ser piedra de tropiezo para los
inconversos, y no causarle dolor al
hermano o hermana.
Pero esto lo
debemos resolver por medio de las familias que si lo pueden hacer. Esta comunión del comer juntos, la debiéramos practicar muchísimo más, sobre todo invitando a los que están solos
en la fe (si causar problemas con sus
familiares).
Cuando una
iglesia se establece bien, y tiene su propio templo, este lugar también puede ser, si las dependencias así lo permiten, ser un punto de comunión para el partimiento
del pan.
Aquellas iglesias
que tiene esta costumbre de compartir los alimentos de cualquier forma, siempre serán más fuertes, ya que
la comunión les permitirá conocerse mejor,
y aprender a servirse los unos a los otros.
3
estaban juntos, y tenían en
común todas las cosas.
Este punto se
tiene que entender bien en el contexto. En esos tiempos, por la persecución que comenzaron a sufrir
los cristianos, y especialmente por
parte de los judíos, recordemos lo que
hizo Saulo (Pablo), se vieron
obligados a sobreponerse a la injusticia y discriminación que estaban
sufriendo.
Es eso lo que el
texto nos enseña hoy. Eso fue lo que
ellos, guiados por el Espíritu
Santo, hicieron para salir adelante en medio de esa lucha que estaban teniendo.
¿Qué dice? Hch 2:44-46 Todos los que habían creído estaban
juntos, y tenían en común todas las
cosas; y vendían sus propiedades y
sus bienes, y lo repartían a todos
según la necesidad de cada uno.
¿Cuál fue la
solución para la situación que estaban viviendo en ese tiempo? “…y tenían en común todas las
cosas; y vendían sus propiedades y
sus bienes, y lo repartían a todos
según la necesidad de cada uno.”
¿Cómo podemos entender esto hoy en día? Esto lo podemos aprender del consejo que
se nos da al final de la carta a los hebreos: Heb 13:16 “…y de hacer
bien y de la ayuda mutua no os olvidéis;”
Aquí se traduce la palabra koinonía, por ayuda mutua.
Esto es lo que se
nos está enseñando. Que siempre
debemos tener comunión, demostrándolo por medio de la ayuda mutua. Tal cual como lo haríamos con nuestros
familiares cercanos. No es algo
nuevo. Hoy somos familia de
Dios, Efe 2:19 “Así que ya no sois extranjeros ni
advenedizos, sino conciudadanos de
los santos, y miembros de la familia
de Dios.”
Como familia, sólo es natural que nos ayudemos los unos a los otros, Rom 12:13
“…compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.” …sobre todo, si se nos mandó que nos amasemos los unos a
los otros.
Este tipo de
comunión, es algo que, curiosamente, tendremos
que aprender. Tendremos, como iglesia, que ir preocupando de ayudarnos
mutuamente. Para eso, con el tiempo, se debe instaurar el ministerio de servicio
en nuestra iglesia. Pero un ministerio
de servicio, debe ser exactamente
eso, de servicio para los miembros y
la comunidad si se puede. Esto
significa que cada miembro de la iglesia,
como parte del cuerpo de Cristo,
debe poner a disposición su oficio y don que el Espíritu Santo le dio.
Este es un tema
sumamente interesante, y cuando se
practica correctamente, la iglesia se
convierte en un organismo casi autosuficiente, bajo el gobierno del Espíritu Santo. Por eso hermanos/as, sería muy provechoso, tomar esto muy en serio, y así glorificar a nuestro Señor y Dios en
todas las áreas de nuestras vidas.
Eso además
evitaría escuchar de parte de ÉL: Por
qué me llamáis, Señor, Señor,
y no os ayudáis mutuamente.
Por lo
tanto, no olvidemos que la forma de
demostrar que nos amamos los unos a los otros, es por medio de:
1.
Perseveraban unánimes
cada día en el templo,
2.
partiendo el pan en las
casas,
3.
estaban juntos, y tenían en común todas las cosas.
No se si tu te entendiste esta breve reflexión sobre estos
tres ámbitos que reúnen todos los mandamientos que el Señor nos dejó en el
Nuevo Testamento, que son más de
70, y que están todos entretejidos unos
con otros, para llevarnos a
glorificar a nuestro Señor y Dios.
Por eso necesitas estudiar la Palabra viva, libro por libro, para que puedas entender como quiere el
Señor Jesucristo que hagas las cosas,
y no caigas en el gravísimo error de muchos cristianos, de hacer las cosas como tu crees que se
tienen que hacer.
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